Una conversación muy amena, salpicada de anécdotas y de salidas ocurrentes, era característica del dos veces gobernador de Tucumán, teniente coronel Lucas Córdoba (1841-1913). La prensa de la época no se cansaba de registrar "cuentos de don Lucas", sin duda algunos auténticos y otros simplemente atribuidos.
El periódico porteño "La Mañana", en 1912, insertaba una de estas historias, recogida por un cronista que caminaba por la calle Florida con don Lucas. Entraron a una confitería, y al salir, Córdoba comentó: "Santiagueño que cae por aquí, atracón seguro".
El periodista quiso saber más. "Estómago más fuerte que el de los santiagueños, no ha existido, ni existe, ni existirá", sentenció el ex gobernador. Y agregó que "a propósito, le referiré un caso único, que parecería una excepción a la regla".
De inmediato empezó el cuento. "Hace algunos años fuimos a Rosario, en el vapor 'Iris', Pedro Barraza y yo. Salimos de la Dársena Sur a la hora de cenar y en cuanto nos sentamos a la mesa, se nos viene encima una tormenta que encrespa el río que es un gusto. Y en tanto el vapor rodaba, Pedro Barraza comía".
"De pronto, lo veo ponerse pálido, deja su asiento, se asoma a un ojo de buey y…¡zas! lo que usted imaginará. Le hago servir té y coñac, y en cuanto lo noto repuesto, le digo: ¡Pedro, te juro que esta es la primera vez en mi vida que veo a un santiagueño devolver lo que ha comido!"… Barraza (1857-1922) fue gobernador de Santiago y senador nacional por su provincia.