Como al resto de los tucumanos, a Héctor Martín lo sorprendió la lluvia del sábado. Pero para él no fue una buena noticia: lo empapó mientras dormía en la vereda de la Unsta. Este hombre de 53 años, que tiene la calle como hogar y que suele pedir limosna en los alrededores de San Francisco, no estaba bien: mal del estómago, descalzo y desabrigado, el frío lo aguijoneaba.
Dos mujeres que lo vieron temblar empapado cerca del mediodía decidieron ayudarlo. Pero se encontraron con un "no" tras otro. Llamaron al 107 (número gratuito para las emergencias) y, sorpresivamente, las derivaron al 102 ¡donde se denuncian casos de maltrato infantil! La persona que las atendió en este número les dijo que volvieran a marcar el 107 y que la compleja mecánica de ayuda iba a ser la siguiente: se le iba a avisar a un policía para que chequeara la situación antes de enviar la ambulancia. Nada de eso ocurrió.
Mientras el frío apretaba cada vez más a Héctor, las dos mujeres angustiadas se comunicaron con el 103 de Defensa Civil provincial. Les respondieron que iban a enviar un móvil. Pasaron los minutos y nunca llegó. Marcaron otra vez y quien las atendió se sacó la pelota de encima; les dio dos números: 4219469 y 0800-777-0408, que corresponden a Defensa Civil Municipal; nadie levantó el tubo para escucharlas. Mientras, Héctor ya se había tomado cuatro botellas de agua, signo de la deshidratación que sufría.
Finalmente, un llamado al celular de un funcionario municipal de Inclusión Social apuró la solución: Francisco Amable Díaz llegó con su camioneta y trasladó a Héctor hasta el albergue municipal que está debajo de las tribunas del autódromo. Esto ocurrió casi dos horas después del primer llamado al 107. Las dos mujeres solidarias quedaron angustiadas: a pesar de tantos números gratuitos, a veces, pedir ayuda es lo mismo que darse de cara con un muro de negativas.