El último año del secundario conjuga el espíritu de despedida, los viajes, los festejos y la incertidumbre por lo que vendrá. Saben que los años próximos serán distintos -duros, los catalogan algunos-, pero tampoco tienen certezas sobre lo que se viene.

Salvo que arrastren la vocación desde la cuna, este también es un año de definiciones: "¿Qué estudio?". LA GACETA organizó un debate entre los adolescentes para saber: ¿Qué entra en juego cuando se define la vocación? ¿Tienen miedo la fracaso? ¿Cómo fue el proceso? Y lo más importante de todo: ¿Ya saben qué van a estudiar?

Participaron Victoria Prado y Virginia Genchi, ambas de 17 años y del colegio Nuestra Señora del Huerto; María de la Paz Díaz Avellaneda, de 18, y Valentina Vitaliti, de 17, de la escuela Sarmiento, y Marcos Escobar, de 18, y Juan Manuel Apaza, de 17, de la escuela Normal. Como buena reunión dominada por mujeres, ellas tuvieron la palabra más que los varones.

"Fue una etapa dura y llena de confusiones, pero había llegado el momento de preguntarme qué es lo que quiere el mundo y qué es lo que quiero yo", arrancó María de la Paz. Le costó decidirse, porque no había algo que la convenciera 100%. Primero fue Medicina -incluso comenzó el cursillo de preparación-, pero después se decidió por Economía. Le gusta la política, involucrarse y está convencida que el mundo se mueve al ritmo de los vaivenes económicos. Pero también arrastra la ilusión de que esa profesión le abra las puertas al mundo. "Me gustaría conocer otros lugares, otras realidades", se sinceró.

Según Virginia, el proceso de elección difícil y abrumador, y se ayudó mucho con charlas con sus profesoras; también estuvo atenta a la televisión y buscó información por internet. Finalmente eligió Abogacía. También evaluó Sociología, pero para eso debía viajar a otra provincia para estudiar la carrera. "Lo descarté porque pensé que habiendo tanta oferta académica aquí no tenía sentido irme", evaluó.

Para Valentina no resultó complicado. Ella es un caso entre miles, porque a su vocación la descubrió a los cuatro años, el día que le enseñaron las partes del cuerpo humano en jardín de infantes. Ahí supo que quería ser médica. Victoria también está segura de que quiere seguir Medicina y una de las razones es porque la ve como una profesión de entrega hacia los demás.

Marcos estaba entre Psicología e Historia, pero se inclinó por la primera después de haber charlado con una tía y de haber tenido una experiencia en el Equipo de Adopción. Pero no descarta anotarse también en Historia. Juan Manuel estaba entre Ciencias Económicas e ingeniería Electrónica, pero se volcó por la primera. Un poco convencido por la experiencia de unos tíos que son contadores y por lo que su hermana le cuenta de esa carrera que ya está terminando.

Orientación
Ninguno necesitó un taller de orientación vocacional, pero sí reconocen que fue fundamental el testimonio de personas vinculadas a la profesión que ellos querían. Algunos -solo por curiosidad- hicieron test online. "¡Me salía de todo!", confesó María de la Paz. Valentina, aunque estaba muy segura, lo mismo consultó con una psicóloga. "El apoyo de tus padres y lo que otros te cuentan es muy importante. A mí lo único que me hizo dudar un poco fue si podría dejar todas mis actividades por esto", dijo Victoria que, además del colegio, practica handball, inglés, piano y enseña catequesis. Sabe que no podrá sostener una agenda tan complicada el próximo año.

¿Tienen miedo de fracasar? Sin dudas, es una pregunta bastante pesimista para un grupo de adolescentes. "¡No!", coincidieron todos. Si bien tienen fe en que la carrera que seguirán será la definitiva, no descartan cambiarse si no les convence. "Creo que fracaso es tener 28 años y no haberte recibido de nada", explicó Marcos. Valentina no tiene plan B; ella apuesta todo a que entrará en febrero a Medicina. Victoria, en cambio, también rendirá el ingreso a Ingeniería Química. "Si no entro voy a cursar un año de ingeniería y luego vuelvo a intentar con Medicina", contó.

En la balanza
Suenan decididos, pero reconocen que no a todos les pasa lo mismo. Por lo que cuentan, casi entre un 10% y un 15% de sus compañeros no tienen idea de qué van a estudiar. También están los que eligen carreras que puedan acompañar proyectos familiares que iniciaron sus padres. Está el que quiere Administración de Empresas, porque sus papás tienen una clínica o quieren ser escribanos así entran en la escribanía de su mamá.

En ese combo que integra la vocación, los chicos explican que también algunos toman decisiones llevados por la idea de ganar dinero o encontrar rápido un puesto de trabajo. ¿Cuáles son las carreras que los de su edad consideran más prometedoras? Higiene y Seguridad, Ingeniería Industrial y Ciencias Económicas figuran en la lista.

"Pero mientras tengas ganas y le pongás voluntad siempre te va a ir bien", dice sin vueltas Victoria. Para las chicas, la elección también responde a un proyecto de vida que imaginan. "Me parece que para terminar de definir es importarte sentarse y preguntarse: 'qué quiero hacer el resto de mi vida' y dejar de lado las expectativas económicas y las de los padres", comentó Valentina. En esta visión entra el matrimonio, la familia, un hospital, un consultorio, el aporte a la sociedad... y todo eso se consigue con pasión y voluntad.