Los números del dobles le dieron forma a una historia que tenía su final escrito hacia un largo tiempo. El triunfo de los checos Radek Stepanek-Tomas Berdych por 6-3, 6-4 y 6-2 sobre Carlos Berlocq-Horacio Zeballos le dio una fuerte contundencia en los números chicos a los números más grandes, esos que cuentan que la serie semifinal se perdió 3-0. Hoy, según la lógica, será un día de relleno.

¿Qué pasó para que esto ocurriera? No hubo nada extraño. Solo eso. Y entonces ganaron los que debían ganar: los mejores. Como el viernes de singles, otra vez sin necesidad de exponer al máximo sus virtudes, los locales establecieron la diferencia que existe entre una dupla poco menos que imbatible y otra que se entrenó para jugar esta serie. Berdych ha ganado 18 de 19 dobles coperos; Stepanek 15 de 18. Para los argentinos, en cambio, era su primera vez juntos por la Davis. La estadística es contundente, a punto tal de convertirse en un obstáculo imposible de saltar. El partido, de verdad, no tuvo equivalencias reales, más allá de la destacable entrega de quienes se saben menos. Permanentemente, unos accionaron. Y los otros, de a ratos, lograron reaccionar. Stepanek volvió a exhibirse como el líder, el amo y señor del lugar en el que ha bebido la gloria deportiva. Y Berdych, menos conectado, aportó implacable contundencia en sus games de saque. Así, Argentina dispuso de escasas dos chances de quiebre que se esfumaron casi sin poder tocar la pelota.

Lo dicho, hoy será de relleno. También, sin la adrenalina de la competencia, dejará un largo y profundo espacio para comenzar a pensar en las decisiones a tomar en el futuro inmediato.