Los integrantes de la comisión de cocina de la toma del centro universitario Julio Prebisch están gordos. Su exceso de peso no se debe, sin embargo, a los suculentos platos que vienen cocinando -y comiendo- durante los 19 días que lleva la ocupación: están hinchados de orgullo, porque sienten que forman parte del grupo de estudiantes que reencendió las hornallas que había apagado la dictadura. Adrián Chávez (de Psicología) y Martín Arnoldi (Ciencias de la Comunicación, en Filosofía) dejan por un rato la cocina para charlar con LA GACETA. Son dos de los cuatro responsables de la comisión de cocina, una de las tantas en las que se organizaron los alumnos tras ocupar Filosofía y Psicología.
"Es muy simbólico reabrir un comedor que fue cerrado por la dictadura, para que la gente no se encuentre, no hable de sus problemas, se aísle. Hoy la gente se reúne para comer y conversa. Habla de la toma, de las marchas, del plan de lucha, de las asambleas; pero también de lo que hizo en su casa, de su pareja, de su carrera. La gente se reúne, se mira a la cara y habla", cuenta Adrián. Martín coincide. "Toda esta experiencia fue muy rica para refrescar la memoria de los estudiantes. Más allá de que somos de otra generación, que no vivió en carne propia la experiencia de los 70, esto trajo una memoria histórica, que sirve para saber por qué estamos donde estamos y cómo queremos cambiar nuestra realidad y mejorar nuestra vida en la universidad, incluyendo a docentes y a no docentes", dice.
Entre los dos cuentan que el mínimo de comensales durante el tiempo que lleva la toma alcanzó los 200 estudiantes, pero que se dieron almuerzos en los que superaban los 500. El menú, dicen, se planifica por las noches. "En los días de frío hacíamos comidas más calóricas: locro, guisos, fideos con salsa, sopa; pero cuando empezó a hacer calor hicimos ensaladas de fideos, arroz primavera, kipe. Los fines de semana tratamos de hacer cosas distintas, como choripaneadas", cuenta Adrián. Hoy degustarán un asado a la canasta.
Martín explica que actualmente no están cobrando nada por la comida; que compran lo necesario con el fondo común de la toma o con dinero que aportan los alumnos. Y dice que reciben donaciones de docentes, de no docentes, de estudiantes y de familiares de estos. "Donan alimentos no perecederos; la carne, el pollo, las verduras y frutas las compramos para la comida del momento: a la mañana, si es para el almuerzo; a la noche, si es para la cena", señala. La falta de electricidad y de gas son los principales problemas que enfrentaron. "Con 'luz' podríamos tener un freezer, y ahorraríamos un montón", reconoce Adrián.
Los estudiantes están por hablar con un nutricionista, para que les precise la cantidad de calorías necesarias para afrontar una jornada de estudio. No obstante, ya están sirviendo menúes diferenciados. "Hay unos 20 o 30 vegetarianos, unos cinco veganos y cuatro celíacos. Estos últimos nos traen ingredientes que pueden comer y les preparamos la comida", cuentan. Se sirve el plato principal, un vaso de jugo y postre: "a veces hacemos arroz con leche o ensalada de frutas; si no, damos frutas".
El comedor funciona, gestionado por los alumnos. Cuentan con 40 platos de loza, 400 bandejas descartables, vasos de plástico. Las ollas fueron traídas por estudiantes y el restobar Pangea donó un horno. Ayer, al cierre de esta nota, debatían en asamblea interestudiantil su propio proyecto de comedor, que darán a las autoridades de la UNT para su análisis.
Martín espera que estas muestren la predisposición para ponerlo en pie que, a su criterio, faltó en casi 10 años: "este comedor deja en evidencia la falta de voluntad de las autoridades para que funcione el comedor; si un grupo de estudiantes con mínima experiencia pudieron hacerlo funcionar en un día, ¿por qué las autoridades no lo pudieron hacer en los ocho años que lleva dormido un proyecto de comedor para este espacio? Más allá de lo que pase con la medida de fuerza, este comedor ya queda. Es el corazón de la toma; nos da la energía para seguir luchando".
Teresa Parodi "cantó" su apoyo a la toma
Los 400 estudiantes que participaban de la asamblea interestudiantil recibieron un apoyo con tonada correntina. La cantautora de folclore Teresa Parodi (en la foto, de anteojos) se llegó a la tarde de ayer por el predio de avenida Benjamín Aráoz al 800. La comisión de prensa la entrevistó. La nota puede leerse en el sitio de la toma www.latomaunt.wordpress.com.
En esa nota se destaca que la artista -que vino a Tucumán en el marco del Septiembre Musical- cantó fragmentos de sus canciones ante los alumnos. "Es buenísimo que se haya tomado esta decisión, de pensar en conjunto para exigir y obtener las respuestas que se merece este tema tan tremendo como es la violencia de género", señaló Parodi a los alumnos, en referencia al reclamo de estos, de que se declare la emergencia en violencia sexual y doméstica. La toma estalló el martes 27 del mes pasado, luego de que se conociera un segundo presunto caso de abuso sexual a una alumna en dos semanas, por el parque 9 de Julio.
"Quería saludarlos y contarles que cuando era joven fui parte del movimiento estudiantil que luchó contra la privatización de los comedores universitarios en el país", recordó. Los estudiantes también reclaman la puesta en funcionamiento de comedores en la UNT.
"Verlos discutir, pelear y enfrentarse con ideas para una construcción colectiva me pone tremendamente orgullosa; contaré que tuve esta experiencia en Tucumán", prometió la folclorista.