¿Qué harías si te dijeran que podrías tomar juguitos Cootam, comer un chocolate Jack o ver de nuevo los capítulos del mítico Mazinger Z?
Buena parte de la nostalgia y los recuerdos se experimentan apenas se pone un pie en "Game On", la muestra itinerante que reconstruye la historia de los videojuegos y que hace de Tecnópolis un paraíso para los gamers. Transportarse en el tiempo y sentirse dentro de Sacoa y de Tic Tac Toe es posible. La música y las luces ayudan a entrar en clima y las más de 100 consolas y arcades hacen de la exhibición privada más grande del mundo uno de los atractivos excluyentes de la megaferia de ciencia y tecnología.
A diferencia de la mayoría de los museos, en donde las obras de arte sólo se pueden apreciar a la distancia, "Game On" permite a los fanáticos jugar con todos los dispositivos, joyas del entretenimiento electrónico que salieron al mercado a partir de los '60.
Pensada para rescatar y ayudar a escribir parte de la historia de la cultura digital, la muestra fue creada en 2002 en la galería de arte Barbican de Londres. Ya recorrió Escocia, Finlandia, Francia, Bélgica, Israel, Estados Unidos, Australia, Taiwan y, desde hace dos años, se pasea por Latinoamérica. Llegó al país después de ser vista en México, Brasil y Chile. La exhibición permite recorrer el desarrollo de la industria de los videojuegos, que en los últimos 40 años pasó de los arcades a las consolas hogareñas, y cambió diseños, temáticas y hasta la participación de los jugadores. Allí todos sacan al gamer que guardan en su interior.
Con sólo recorrer alguno de los 2.500 metros del Espacio Personal Juegos, pensado además para promocionar la plataforma para descargas de juegos que la empresa de telefonía móvil lanzará en 2014, los visitantes pueden interactuar con los primeros prototipos y hasta ver los bosquejos que luego se convirtieron en los personajes de las sagas más populares.
Si tenés menos de 30 años es posible que te cueste comprender que durante los años '80 y '90 los grandes centros de entretenimiento y reuniones de amigos eran unos locales repletos de arcades donde se jugaba a los videojuegos, como máximo de a dos, y en los que había que comprar fichas que duraban unos cuantos minutos. Junto a esas cajas de madera, con una pantalla y un par de palancas y botones crecieron al menos dos generaciones. Ellos disfrutaron de los títulos que fueron pioneros de una industria que hoy se calcula que mueve U$S 7.000 millones al año.
Para los que ya empiezan a peinar las primeras canas, la "Game On" puede representar aquel viejo santuario de barrio, pero en gran escala, en el que se juntan la primera versión de "Pong", el juego con el que en los '70 Atari abrió las puertas del ocio electrónico, con los éxitos de los '80 como lo fueron "Galaga", "Galaxian", "Donkey Kong" y "Pac-Man". Con la llegada de las consolas hogareñas esa costumbre de ir al local de videojuegos, también llamado "vicios" por los tucumanos, se fue modificando, y los lugares de encuentro se redujeron a livings y dormitorios, por lo que para muchos sería impensado en pleno siglo XXI tomar un joystic y jugar con la Magnavox Odissey, lanzada en 1972 y considerada la primera de su generación.
Sin embargo, dentro de Tecnópolis se eliminan las barreras de tiempo y espacio, y todo se vuelve posible para los miles de personas que recorren la muestra y detienen sus relojes frente a reliquias como la Nintendo NES, el Sega Genesis y todos los modelos de PlayStation y Xbox.
Puestas una al lado de la otra, se puede comparar la evolución de los juegos, las consolas y los comandos al pasar de una Commodore 64, a un Family Game y a sus sucesoras: SuperNintendo, Nintendo 64 y Nintendo Game Cube. También hay un espacio para las consolas portátiles Game Boy, que revolucionaron el mercado, sobre todo en Asia y Estados Unidos.
Modernas consolas
Pero no todo es historia dentro de la Zona Videojuegos de Tecnópolis. En el mismo pabellón conviven las modernas consolas conocidas como la séptima generación. Allí reinan PlayStation 3, Xbox 360 y Nintendo Wii, la primera que incorporó sensores de movimiento a los controles. El sistema fue emulado por sus competidoras, que lanzaron los accesorios Move y Kinetic (prescinden de joystics porque el equipo capta los movimientos del cuerpo).
Padres con sus hijos, grupos de adolescentes y cuarentones pasean encantados entre esas obras de arte de la electrónica.
Los mayores están concentrados, con una palanca en la mano y la mirada fija en la pantalla, sin importarles que las horas pasen. Esas viejas máquinas los remontan a la adolescencia, a los tiempos en que lo único que interesaba era salir a jugar.