El desafío que debe afrontar, en los próximos años, el sector productivo es convertirse en el pilar de la bioeconomía. Así lo afirmó el empresario Gustavo Grobocopatel , presidente del Grupo Los Grobo, el mayor productor de trigo y el segundo de soja de la Argentina. El experto, conocido como "El rey de la soja", disertó en la Expo Tucumán, en el marco del ciclo de conferencias que ofrece al público la Sociedad Rural de Tucumán (SRT). Allí, trazó el nuevo horizonte de los agronegocios, y propuso que se modifique el concepto tradicional de capitalismo, por el de "sustentabilismo".
-¿De dónde surge este nuevo concepto y en qué consiste?
-Los problemas financieros actuales, la revolución tecnológica y la volatilidad que afecta a los mercados financieros y de capitales, entre otros problemas, ponen en discusión la estructura del capitalismo del siglo XXI. Tuve la oportunidad de conocer la ambientalista y política brasileña, Marina Silva, quien afirmó que el nuevo sistema económico no debería llamarse capitalismo, sino "sustentabilismo", cuyo eje central son los agronegocios.
-¿Cuál es la filosofía de esta nueva propuesta?
-Hay que mirar a las plantas como fábricas sin chimenea, que usan energías renovables, como la solar. Si un productor tiene un campo con 60.000 plantas de maíz, en realidad tiene 60.000 plantas industriales. Hoy, los vegetales producen alimentos, energía, como los biocombustibles, y bioplásticos de uso industrial. Las plantas elaboran productos que antes surgían de las fábricas. El sustentabilismo es una revolución industrial verde.
-¿Qué es la bioeconomía?
-A partir de la idea de sustentabilismo, surge el concepto de bioeconomía, es decir un sistema económico basado en los vegetales. El sur de América es valioso para impulsar porque hay reservas de agua, extensiones de suelo, y cultura productiva.
-¿Qué rol tiene el Estado en este esquema económico?
-La calidad institucional es uno de los puntos centrales del sustentabilismo. El Estado puede facilitar, o no, facilitar este proceso. En el inicio de la antigua revolución industrial, que tuvo a Inglaterra como líder, China era una economía fuerte, que concretaba las principales innovaciones tecnológicas. Sin embargo, fue Inglaterra la gran ganadora porque abrió su economía. Nuestro desafío es ser Inglaterra. Si el Estado activa flujos de capitales y de servicios, de conocimientos, podremos ser Inglaterra. Si nos cerramos, seremos China. Además, se de estimular la innovación tecnológica y los cambios en hábitos de consumo.
-¿Qué cultivo tendrá mayor proyección en la bioeconomía?
-Los cultivos cambiarán, como consecuencia de la biotecnología y de la ingeniería genética. Hoy son importantes la soja y el maíz porque son proteínas. En el futuro, los bosques será valiosos para producir bioetanol de segunda generación a partir de la celulosa, que será el petróleo dentro de 20 o 30 años.
-¿Cuánto tiempo deberá pasar para que este esquema económico comienza a funcionar?
-En el país ya se están haciendo las primeras experiencias. Una de ellas es la pequeña empresa Bioceres, en la que participamos 250 productores de Santa Fe. En Rosario hay otra que produce bioplástico a partir de la lenteja, que crece en agua servidas. Pero Estados Unidos está a la vanguardia.
-¿Los productores tucumanos pueden integrarse?
-Tucumán tiene agroindustrias tradicionales, diversificadas e integradas a los mercados. Tucumán tiene todo para ser un nodo de la bioeconomía.
-¿Cuál es el panorama del sector productivo tras la sequía?
-Hay una convergencia mortal de problemas. A la sequía se suman la presión impositiva, la descapitalización del productor y la suba de costos. Este año se perderían entre 1 millón y 2 millones de hectáreas de agricultura. Si no hay una reacción rápida, mucho productores quebrarán.