Su única certeza es su propia incertidumbre. Esa es la actual situación política de José Alperovich tal como están las cosas hoy en la Argentina, después del desparramo que provocaron las elecciones primarias dentro del cristinato. Su destino se torna insondable, como los agujeros negros del espacio exterior. De derivaciones imprevisibles y consecuencias no deseadas. Ni él sabe cómo, ni dónde terminará, ni qué va a ocurrir en Tucumán, de octubre en adelante. Desde luego, seguirá al frente del PE, sin el poder de antes ("con el dolor de ya no ser", como rezonga el tango gardeliano Cuesta Abajo), y el país navegando en una mar tempestuosa, con la barca del Estado escoriada, como predicen los arúspices de la política.
A Cristina no le esperan días de jolgorio; ergo, por carácter transitivo, al tucumano tampoco. La suerte de aquélla y la de éste van de la mano por un sendero no exento de acechanzas. En los densos conglomerados del conurbano de Buenos Aires y en la llanura bonaerense, Sergio Massa alarga su distancia sobre el oficialista Martín Insaurralde. El sondeo de los gurúes, a tiza y a mano alzada, rasguña los 10 puntos. Así, el cristinismo está perdiendo la mayoría en la Cámara de Diputados, y la futura integración en el Senado no es para dormir sin sobresaltos. La perspectiva es grave para ella. Quedará maniatada y ya no podrá hacer lo que se le venga en ganas con un Parlamento genuflexo como el que todavía está a su disposición.
La dama de largo luto, sin el manejo de la agenda parlamentaria, sentirá en su gestión el frío de la derrota. Por lo tanto, no será ella quien imponga, con voz tonante y el índice levantado, los asuntos a tratar a libro cerrado, o recurra a su discrecional y arbitraria facultad legislativa de dictar leyes, mediante decretos de necesidad y urgencia, luego avalados por el silencio de sus vasallos. Tendrá que negociar con la oposición. Es el muro de contención que busca para frenar sus caprichos. El arco contradictor anticipó que aunque el cristinato resulte la primera minoría, impondrá la mayoría de votos en el recinto y tomará la presidencia de Diputados y del mayor número de comisiones.
En Tucumán, la adversidad política dejó tambaleante a Alperovich. Para mayor de sus males, la economía provincial no pinta bien post octubre, con medio millón de toneladas menos de azúcar por las heladas y los efectos sociales que devendrán, tras el apurado fin de zafra. La sequía pertinaz y las heladas dejaron sus huellas negativas, también, en la producción del limón y la soja. Entre las preocupaciones centrales de la gente, se suman, además, la corruptela con protección oficial y la inseguridad, como asimismo la crítica situación de vastos sectores por la falta de agua, sin soluciones a la vista.
LA GACETA, a diario, revela hasta qué grado la corrupción infectó la gestión de Alperovich y cómo se evaporan los dineros del Estado en oscuros destinos. Es el lado flaco de su administración. ¿Hasta dónde la fetidez incidirá en la conciencia del votante? Se desprende del informe del Tribunal de Cuentas, no de las ocurrencias de un opositor, ni de la prensa. El ente formuló la denuncia penal en la Justicia, ante la gravedad de las anomalías. Es la consecuencia de autorizar obras públicas sin licitación, con el cuento de la rapidez en su ejecución. Como íconos están la sede legislativa y los hoteles 5 estrellas, de adjudicación directa, con aprobación del Parlamento. Con acierto, Carlos Duguech la definió como la corrupción legislada.
Corrió un año largo desde la denuncia de la legisladora radical Silvia Elías de Pérez sobre irregularidades en la Dirección de Arquitectura y Urbanismo, a cargo de Miguel Brito, quien renunció. La concretó ante la fiscal Adriana Reynoso Cuello; dejó pasar el tiempo, nada hizo y se excusó. El expediente pasó a su par Washington Navarro Dávila; lo mismo y se excusó, para desembocar en la fiscalía de Arnoldo Suásnabar. Ahí, avanza a paso de tortuga. Nadie quiere meter mano en esos papeles envenenados, para evitar las iras del César. No hay otro motivo de esta larga como inexplicable morosidad.
Resulta impúdico lo que dice el involucrado ex funcionario, un paladar negro del bussismo, señalando que es normal la contratación de obras con parientes. Es un delito punible dentro del Código Penal y por ética no debe hacerse. La Corte Suprema no se enteró aún del entuerto, por el estado celestial en que vive. Brito, un protegido del gobernador, fue premiado con la designación de asesor del senador Sergio Mansilla.
Las predicciones de su hija Sarita -metida tempranamente a pitonisa- de que su papá, en las primarias, se llevaría bajo el brazo el paquete de los cuatro diputados en juego, terminó en un chasco. Mal debut por la profecía no cumplida. La joven dentista no hizo más que repetir, mecánicamente, lo que oía a sus progenitores, sin llegar a entender que la política es mucho más compleja que la cura de una caries. Por el corcoveo del camello, la pareja en el camino perdió un diputado y es altamente probable que de las alforjas se caiga otro en la batalla de octubre.
Sin intermediarios, el gobernador hizo público su temor, una semana atrás, cuando juntó en su residencia al hato incondicional de concejales y les reclamó 30.000 votos más, como si la voluntad de la ciudadanía se comprara en un almacén de barrio y se la llevaran a su casa con reparto a domicilio. Fue la confesión pública de su debilidad política en esta hora. Y el reconocimiento del fracaso que tuvo en la última elección.
Cayó en el pecado capital de segregar al intendente de esa convocatoria y mantiene el distanciamiento. Es jugar con fuego. Si las huestes de las barriadas municipales, bajo control del alcalde, deciden "una huelga de brazos caídos", Alperovich recibirá en las urnas una factura duplicada del 11 de agosto. Cualquier manual elemental de política recomienda aliarse con el enemigo -íntimo o no- en circunstancias como las que hoy padece.
Si en octubre cosechara sólo dos diputados, para el César sería un golpe mortal. No puede permitirse el paso en falso. Ése es su terror. La Presidenta podría arrojarlo a la hoguera, sometiéndolo a agua y pan. En una provincia cuyo 70% del presupuesto depende del monedero federal, fácil es imaginar el final. Como nunca, Cristina en este momento necesita votos como el náufrago el madero salvador.
Las cuentas vienen muy ajustadas para ella. Cristina eterna se acabó, definitivamente. Muy a su pesar, debe preparar las maletas del adiós, en 2015. Pretende una despedida sin turbulencias, elegante, si fuera posible, no una forzada retirada y en desbande. ¿Será la gran electora? Seguramente, no derramará aguas bautismales a Massa, ni a José Manuel de la Sota. ¿Bendecirá, acaso, a Daniel Scioli? Si sueña volver en 2019, ya rasguñando los 70 años de edad, ¿no hará lo mismo que Menem, socavando al candidato del PJ? Una vez arribado a la Casa Rosada, nadie quiere soltar la teta del poder, y menos si es peronista. Si lo sabrá ella.
También, Alperovich deberá abordar este asunto no querido: su sucesión, si ve cerrarse puertas delante de él. Las urnas aceleran el tiempo político y acortan plazos. Con la certeza de la ida de Cristina, buscará otro alero donde cobijarse y saldrá a ofrecer al mejor postor el capital político que pudiera retener. Como personaje flojo de convicciones, cualquiera del escaparate del peronismo le da lo mismo. Al fin y al cabo, son compañeros, se atajará.
Para Alperovich, cada día se le hace más empinado preservar la poltrona de don Lucas Córdoba, por el cansancio moral de la sociedad, las adversidades a futuro y la pérdida de poder de su protectora, acorralada desde adentro del peronismo y la oposición. La hora de las ratas se avecina. Ya no podrá decir Cristina nos va a ayudar. La letanía perderá vigencia. ¿A quién piensa dejar la provincia en llamas?
Antes que nada a alguien que cuide sus espaldas en Tribunales. Es un clásico: los jueces; una vez que los poderosos dejan sus cargos, germina en ellos un afán de investigación que nunca tuvieron antes. ¿Su cónyuge o Jaldo? Su marido descarta a su consorte; tampoco patrocinará a Amaya. En sus cercanías no tiene mucho por elegir. ¿Quién es su candidato tapado? Quizás, ni él lo sabe. Quedó atrás la hora de los primos o amigos íntimos. El alcalde, detestado al unísono por el zar y la zarina, podría ser, muy a pesar de ellos, el hombre del cristinato residual en la provincia. Hasta 2015, siglos de agua pasarán bajo los puentes, todavía.
Ante el nuevo panorama político en el país -abierto por el naufragio de Cristina y el éxodo forzado del hombre del camello-, de pronto, algunos oxidados y olvidados peronistas despertaron de su letargo y se despabilan mirando el veinte quince. Ensillan sus parejeros. Nadie saca la cabeza a la superficie, por el riesgo de madrugar antes de que amanezca. Con pachorra provinciana, ven pasar los acontecimientos de la aldea, sentados a la puerta de su casa, a la espera de la ocasión propicia. Nombres no faltan. También en el radicalismo, el senador Cano sueña con la levedad de la banda del poder cruzándole el pecho.