"No siempre hacer cosas lleva al estrés", explica Norma Contini, profesora titular de la cátedra de Teoría y Técnicas de Exploración Psicológica en Niños de la Facultad de Psicología. El problema es cuando se le exige a ese niño o adolescente algo que no está acorde a su desarrollo.

También entran en juego otras variables como las ambiciones familiares, eso que los padres esperan del hijo, y lo que éste puede dar. "Sigue estando la tradición de que un alto coeficiente intelectual te asegura éxito en la vida y eso está en revisión", agrega. También hay que poner énfasis en desarrollar otras habilidades que no involucren a la inteligencia clásica.

Los especialistas coinciden en que un chico tiene que contar con un ámbito de juego libre y que no puede tener una vida arreglada. Contini aclara que también hay que estar atentos a los contextos, ya que en un nivel socio económico más bajo los problemas son otros.

Hay chicos -explica- que necesitan más actividades que otros. Pero es tarea de los padres y una cuestión de sentido común darse cuenta qué es lo que el chico puede soportar. "Si los chicos se enferman con frecuencia hay que prestar atención para saber qué significa", comenta.

Las fuentes de estrés (o cansancio como prefiere llamarlo Contini) pueden ser diversas. Una de ellas es la hiperexigencia o una carga que antes era llevadera y que por diferentes factores luego se transforma en algo que ese niño no puede manejar.

"En los niños pequeños éstos se vinculan al núcleo familiar mientras que al avanzar en edad, los estresores se relacionan más al ámbito escolar, la interacción con pares, las actividades extraescolares, entre otros", explica Betina Lacunza, doctora en psicología. Estos estresores (estímulos externos o internos) pueden amenazar el bienestar de la persona. "En el área social, se destacan como posibles estresores el rechazo de los pares, el sentirse solo, el ingresar a nuevos grupos", agrega Lacunza.

De por sí, los niños y adolescentes cuentas con menos herramientas para hacerles frente recuerda la médica hebiatra, Martha Falú.

Los otros

"El apoyo social, la práctica de habilidades sociales asertivas y estrategias no agresivas para resolver conflictos sociales, son recursos de afrontamiento positivo ante situaciones de estrés", añade Lacunza. Ella cita un estudio realizado en Tucumán, y financiado por el Conicet, en el que encontraron que en niños tucumanos de jardines de infantes la práctica de habilidades sociales (saludos, relaciones con pares no conocidos, expresar emociones positivas, establecer una conversación con un adulto, entre otros) actuaban como un factor positivo de la competencia social y protector para la aparición de problemas de comportamiento.

Otra evidencia empírica fue dada por un estudio piloto, con niños de 4º y 5º grado de escuelas públicas de San Miguel de Tucumán sobre el aprendizaje de comportamientos sociales eficaces. "Las modificaciones de comportamientos observadas, particularmente en niños con inhibición social o agresividad, indicaban la importancia de promover recursos protectores del estrés en el contexto escolar".