La primavera tucumana siempre se adelanta a la del calendario. Y la de este año está francamente indecisa: no sabe si parecerse al verano o mantenernos unos días más con el pulóver puesto y el acolchado sobre las sábanas. Los meteorólogos dicen que todavía quedan días frescos, y parece entonces una buena idea adelantar los preparativos de las fiestas de fin de año.
¿Tanto? Y sí... Tiene al menos dos ventajas: te puede ahorrar un buen par de horas de horno en diciembre y te permitirá poner en tu mesa un manjar nuevo. La propuesta es que reemplaces el típico pan dulce por una oscura y húmeda torta galesa. Claro que si te tentás, podés hacer varias y dedicar una a la merienda de un luminoso domingo en familia, por ejemplo, mientras esperan los meses que faltan para que llegue Papá Noel.
De Gales a Chubut
En 1865 el velero Mimosa trajo hasta las costas de Chubut 153 personas, entre hombres y mujeres, del Condado de Madryn, en Gales. Huían del acoso inglés y soñaban con mantener sus tradiciones, su cultura y su religión. Se encontraron con un territorio árido y sin agua dulce. Para cuando los pioneros descubrieron el valle del Chubut y lograron un lugar apto para instalarse, las mujeres habían tenido que arreglárselas con lo que tenían para darles de comer a todos. Así nació esta versión patagónica (con miles de pequeñas variantes) lo que para ellos era la tradicional torta de bodas y celebraciones: el bara brith (en galés literalmente "pan manchado", por la presencia de frutas).
La receta que compartimos con vos nos la dio, en realidad, una tucumana.
"Yo la aprendí en la casa de una familia con la que trabajé muchísimos años. A ellos les había llegado de puño y letra de un tío abuelo, quien contaba que a su vez la había recibido de galeses en Gaiman -cuenta María Teresa Canizo, a quien todos hoy conocen como "Tachi"-. "No es difícil de hacer, pero hay que tomarse el trabajo de seguir las instrucciones. La receta que nos mandó (a principios de la década del 70, calcula Tachi) el tío Daniel era minuciosa, destacaba que no lleva huevos y que había que seguirla sin cuestionar nada. Yo le hago caso, y sale genial!".
RECETA
La versión de "Tachi" Canizo
"Además de ser riquísima, se puede guardar mucho tiempo", señala Tachi y, aunque no lo sabe con exactitud, describe uno de los rasgos que sostiene la tradición: en Gales (y, por "contagio" en muchas reposteras de nuestro país) uno de los pisos de la torta de bodas se hace con una receta como esta y se guarda hasta el primer aniversario, como símbolo de las dificultades que se superaron en el camino recorrido de a dos. Las instrucciones de Tachi son las siguientes: cortar tres trozos de papel madera con la forma del molde elegido y un poco más grandes que este, de manera que el papel cubra los costados. Enmantecarlos y colocarlos en el molde. Poner 1/2 taza de pasas de uva sin semillas en una taza de coñac; picar grueso 1/2 taza de nueces. En un bol desmenuzar 150 g de manteca con 2 tazas harina común bien cernida y trabajar con la mano hasta que queda como harinilla. Añadir 1/2 taza azúcar blanco y mover con cuchara de madera para que se mezcle bien. Agregar las pasas (¡y el coñac!), las nueces y 1/2 taza de cerezas, y sumar una cucharadita de canela, una pizca de jengibre en polvo y una pizca de nuez moscada. Agregar 1/2 azúcar negro, una cucharadita de bicarbonato y un cucharada sopera de vinagre. Precalentar el horno y bajarlo a temperatura media justo antes de poner la torta.