Una de las primeras universidades que el gobierno de Raúl Alfonsín decidió ensamblar dentro del nuevo orden institucional fue la de Tucumán. De las casas de altos estudios de distintas partes del país provinieron miles de votantes de la fórmula compartida con Víctor Martínez, por lo cual el problema universitario figuró en la agenda presidencial en un lugar prominente.

La administración radical, desde luego, se propuso rescatar la vigencia institucional del ideario reformista.

Alfonsín y el ministro de Educación, Carlos Alconada Aramburú, por un decreto del 28 de diciembre de 1983, designó rector normalizador de la UNT al profesor Luis Eduardo Salinas.

Perfil ideológico

En mayo de 1976, el Ministerio de Educación del gobierno del dictador Jorge Rafael Videla decretó la cesantía de Salinas de su cargo de rector de la Escuela Normal de esta ciudad.

A juicio del proceso militar el docente constituía un factor potencial de perturbación. Además, fue separado de sus cátedras en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT.

El gesto presidencial entrañaba el principio de una reparación política con connotaciones institucionales. Salinas se identificaba con el Movimiento de Renovación y Cambio de la UCR. Compartía el perfil laicista que debía regir en la cuestión educativa, con el Estado como principal actor institucional del sistema. Dentro de ese esquema, debía ejecutar las pautas de normalización diseñadas por el alfonsinismo.

El desmantelamiento de los mecanismos administrativos e ideológicos heredados del ciclo 1976-83 emergió como una de las premisas del rector normalizador.

Nuevo discurso

Quiero una universidad democrática, sin miedos, le adelantó a la comunidad académica. Puede ser un año o año y medio, conjeturó respecto de la extensión de su tarea. El 30 de diciembre asumió el cargo y nombró a Aurora Pisarello de Divizia y a Orlando Bravo en la secretaría general y en la secretaría académica de la UNT.

Franja Morada y una comisión de profesores cesantes fueron los primeros interlocutores del funcionario. No bien arancó 1984, Salinas delineó los grandes trazos de su política.

La universidad actuará dentro del proyecto del gobierno nacional, remarcó. Descartó, sin embargo, el ingreso irrestricto a las aulas. El logro de esa meta la condicionó al espacio físico disponible. Anticipó también que los concursos realizados con la ley 22.027 serían revisados para determinar su validez. 

Perturbación

La detención de dos hijos del rector por una causa de tráfico de drogas sembró dudas sobre su estabilidad. Salinas negó el 20 de febrero que se le hubiera pedido la renuncia por eso. Atribuyó la versión a grupos políticos que se sentían perjudicados por su tarea. La Federación Universitaria de Tucumán (FUT), a través de Alfredo Neme Scheij y Alejandro Auat, respaldó al rector.

Salinas le requirió en marzo al Ministerio de Educación de la Nación que dé por concluido un convenio celebrado por la UNT con la Unsta en 1979. Entonces eran sus rectores Carlos Landa y fray Aníbal Fosbery. Según Salinas, sólo traía desventajas para la UNT. Calificó de falsa la paridad de medios y la igualdad de políticas 

entre aquella y la Unsta, enunciadas en el texto. El agravamiento de la situación judicial de sus hijos complicó a Salinas, que renunció el 15 de mayo.

El campo de la educación no puede negociarse con sectores que no estén enmarcado dentro del campo democrático y reopublicano, consignó Salinas en su nota de renuncia.