Estuvo en casi todos los medios del país. Su apellido quedó asociado a los políticos que salen de vacaciones a los centros turísticos más caros del mundo. El año pasado visitó Dubai, y ahora recorrió Isarel. A la familia Alperovich le llovieron las críticas por esta segunda "escapada" para un descanso de lujo. Las fotos del gobernador y su esposa Beatriz Rojkés montados en un camello se vieron en todos lados. Después aparecieron otras nuevas imágenes, donde las hijas del gobernador posaban sonrientes en la ciudad de piedra.
Por supuesto que era su derecho tomarse vacaciones, pero el problema del alperovichismo fue el momento que eligieron para salir del país. El viaje a Dubai se hizo en noviembre de 2012, cuando los "cacerolazos" buscaban hacerse oír en las calles para protestar contra el kirchnerismo. En esas circunstancias, cualquier salida del país sonaba más bien a un escape de la realidad. En la Casa Rosada, las lealtades se miden con una vara especial.
El fin de semana, Alperovich regresó de su más reciente viaje. Volvió a estas tierras manchadas por la quema de cañaverales. ¿Le habrán dicho al gobernador que, en sólo un mes, Defensa Civil detectó más de 160 incendios provocados en distintos puntos de la provincia?... Tal vez, ese aire irrespirable que envolvía a Tucumán haya sido uno de los motivos de la familia gobernante para buscar un aire más diáfano.
En el entorno del gobernador, sus colaboradores dejaron trascender que el reciente viaje a Israel estaba programado con antelación. Ese argumento no disminuyó las críticas; inclusive en las propias filas kirchneristas. En la Casa Rosada, todavía se preguntan por qué volvió a salir del país inmediatamente después de haber quedado en el medio de las críticas por las fotos en el camello.
La inseguridad y el discurso
El gobernador volvió a la dura realidad de un Tucumán repleto de problemas. El eterno tema de los vendedores ambulantes en las peatonales no avizora ninguna solución. Ni el alperovichismo (en el Gobierno) ni el amayismo (en la Municipalidad) supieron resolver el tema. Tal vez no quisieron hallar una solución. Cada fecha especial que implica una fuerte actividad comercial, el microcentro termina invadido por los puesteros que instalan sus mercancías en la calle, en las veredas, debajo de los árboles, al sol, en la sombra, al costado de los canteros, en la esquina del semáforo...
Otro problema más grave todavía del que nadie parece querer hacerse cargo es la inseguridad. Mientras el gobernador descansaba en Israel, el martes pasado, su secretario de Seguridad, Paul Hofer, culpó a los medios y a la oposición. Dijo que se habla de la inseguridad desde un punto de vista destructivo. Resaltó que se trata de un discurso construido para provocar una paranoia generalizada.
No fue ningún discurso lo que vivió ayer una joven, de 22 años, en el parque 9 de Julio. A las 11 transitaba por la avenida Benjamín Aráoz y fue violada en la zona de "El Lago San Miguel". Esa noticia no fue una paranoia de los medios. El hecho existió, la denuncia está escrita, el miedo quedó instalado. ¿Qué pasa en el parque 9 de Julio?, ¿es posible que alguien pueda ser víctima de una violación?... La respuesta es sí. El problema es que nadie quiere hacerse cargo. Algunos prefieren culpar a los medios; otros buscan "escaparse" de la realidad. Las vacaciones terminaron para la familia Alperovich. El gobernador debería dar un paseo por el parque 9 de Julio, antes que semejante pulmón verde de la ciudad se convierta en el parque de las violaciones.