Durante 1982 estuvimos trabajando en una comisión para organizar nuevamente el centro de estudiantes. En ese cuerpo estábamos Daniel Yepes (Agrupación Universitaria Nacional, grupo del FIP), Carlos Alfredo Soto (JUP) y yo, por el Movimiento Humanista. El MH se formó retomando la idea, las banderas y el nombre de la antigua Liga Humanista de los años 60. En los primeros años de la democracia estuvimos muy enfocados en reconstruir y recuperar la democracia. En esa época, en la facultad, nos enfocábamos en la lucha por el cambio en los planes de estudio. A mí me tocó ser consejero superior, con Eugenio Flavio Virla como rector normalizador, y luego fui consejero en Filosofía. Por aquellos tiempos la militancia era muy compartida, con mucha camaradería con dirigentes de otras agrupaciones. Había mucho más debate ideológico, aunque tampoco se puede generalizar. Y teníamos mucha incidencia en los medios. Luego de egresar, milité en la Democracia Cristiana hasta 1991, cuando me traslado a Santiago del Estero. Allí estuve vinculado a comunidades eclesiales de base, apegado a la teología de la liberación. Tiempo después, junto a docentes, a la izquierda nacional y a las comunidades de base fundamos el partido Memoria y Participación. Desde 2003 adhiero al kirchnerismo. Precisamente, esta opción me fue alejando políticamente de muchos compañeros de aquellos años; pero continuamos siendo amigos.