Raíz, identidad, mito, música, poesía, danza, artesanía, superstición, comida, religiosidad, refrán, vestimenta caben en una sola palabra que significa el saber del pueblo. Se celebró ayer el Día Mundial del Folclore y el Día del Folclore Argentino. La primera de las fechas fue instituida por la Unesco en 1960 y evoca la fecha del 22 de agosto de 1846 cuando el escritor e investigador inglés William John Thoms publicó en la revista londinense "Atheneum" una carta en la que empleó por primera vez "folklore", término que proviene etimológicamente de "folk" (pueblo, gente) y "lore" (saber, conocimiento). En 1887, el inglés Houme, uno de los fundadores de la Folklore Society, definió al folklore como "la ciencia que se ocupa de la supervivencia de las creencias y de las costumbres arcaicas en los tiempos modernos". En nuestro país, se recuerda ese día el aniversario del nacimiento del etnógrafo entrerriano Juan Bautista Ambrosetti (1865-1917), considerado como el "padre de la ciencia folclórica".

En uno de sus artículos, la prestigiosa etnomusicóloga Isabel Aretz (1909-2005) que fue contratada en la década de 1940 por la Universidad Nacional de Tucumán para que recopilara las músicas en la zona rural y los valles (labor que hizo Juan Alfonso Carrizo con las coplas) afirmaba que "el folklore ha llegado a ser tan esencial hoy frente a esa ola descaracterizante mencionada, que los institutos especializados multiplican sus esfuerzos para estudiarlo y reactivarlo, y las escuelas comienzan a incluirlo en sus planes de estudios, para que el niño lo valore, cuando lo posea como herencia cultural, o lo incorpore a su saber cuando esté absorbido por la cultura de masas, para que pueda ser nutrido también de lo más característico de su región y de su país, de la cultura que le legaron sus mayores, que constituye, junto con la historia y la geografía, su mayor signo de identificación, y que no sea su folklore un 'complejo de inferioridad'", escribió la investigadora.

En el Primer Encuentro Nacional de la Canción de Raíz Folklórica que se realizó el 14 y 15 de agosto pasado en Salta, organizado por la Academia de Folklore de la República Argentina (AFRA), con el apoyo del Consejo Federal de Inversiones, en el que participaron varias provincias a través de videoconferencias, entre muchas cosas, se habló de la necesidad imperiosa de que nuestro quehacer nativo se enseñe en las escuelas, como un modo de regar nuestra identidad y fortalecer la cultura, de modo que las nuevas generaciones tengan donde abrevar y aprendan a querer lo que nos constituye como pueblo. Esta es una de las iniciativas de la AFRA que se halla en tratamiento en el Congreso de la Nación.

Sería importante que se tuviera en cuenta esta iniciativa en Tucumán, considerando que nuestra historia y cultura prácticamente son desconocidas por los comprovincianos. Para ello habría que incluir el folclore como materia en los institutos de formación docente; la bibliografía es copiosa. Contamos además con muy buenos cultores del folclore, tanto intérpretes como autores, que podrían integrarse de algún modo al hecho educativo, como apoyo de la labor del educador. "Es fundamental reconstruir el árbol genealógico, que nos posibilite reafirmar y revalorizar nuestras raíces nacionales y latinoamericanas, y despertar sentido de pertenencia y amor hacia nuestra identidad", afirma Antonio Rodríguez Villar, titular de la AFRA.