BEIRUT/AMAN/DAMASCO.- La oposición siria afirmó ayer que seguían descubriéndose cadáveres de víctimas de armas químicas lanzados por el Gobierno de Bashar al Assad, y advirtió que la cifra de muertos en el este de Damasco podría aumentar.

La cantidad de asesinados (supuestamente por gas sarín) varía según las fuentes entre 500 y 1.700 personas, lo que significaría el ataque más letal desde la masacre de kurdos iraquíes en Halabja en 1988. Las autoridades negaron la acusación.

"Encontramos casas repletas de personas muertas", aseveró Khaled Saleh, vocero de la Coalición Nacional Siria (CNS) que nuclea a los principales grupos enfrentados al Presidente, cuyas fuerzas armadas volvieron ayer a bombardear las afueras de la capital, aunque con armas convencionales. Esta acción militar sirve para entorpecer aún más el ingreso de los investigadores internacionales de la ONU a la zona afectada, tal como lo reclama Occidente para determinar si se usaron o no químicos contra insurgentes o la población civil mientras dormían.

"Pedimos a ese equipo que vaya directamente, con total libertad, al sitio de los delitos. El régimen sirio fuerza la misión de estos expertos y los limita a unas pocas áreas", afirmó el dirigente de la CNS, George Sabra, quien añadió que el Consejo de Seguridad de la ONU debería ampliar las potestades de sus enviados.

En el organismo no hubo acuerdo para exigir explícitamente una investigación especial sobre este incidente, por el rechazo de Rusia y de China al borrador presentado por los países occidentales. Sólo se planteó que se necesita "claridad" ante el caso. "Estos hechos deben ser investigados sin dilaciones", afirmó, en tanto, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. El portavoz de la Cancillería rusa, Alexander Lukashevich, aseveró que el régimen de Damasco está dispuesto a la "máxima cooperación" con la ONU. Moscú confía en que las investigaciones pongan fin a las "especulaciones" sobre el uso de armas químicas y contribuyan a iniciar el diálogo de paz, añadió. Además, deslizó que si se usó veneno, fue en una zona controlada por "terroristas", como llama Al Assad a sus enemigos.

Decepción

Muchos grupos insurgentes han perdido el interés en las decisiones de la ONU o en la ayuda de Occidente, y piden actuar por su propia cuenta y contraatacar. "Comprendemos a las personas que cada vez están más desesperadas, al ver otra ronda de comunicados políticos y reuniones de la ONU sin ninguna esperanza de acción", dijo el jefe militar insurgente Qasem Saadedine.

Israel acusó a Occidente de hacer la vista gorda ante los ataques. "Se emplearon armas químicas y no es la primera vez. Es un régimen especialmente cruel. El mundo condena, pero no hace más que hablar. Nada tangible o significativo se hizo en los últimos dos años para detener la masacre", se quejó el ministro de Asuntos Estratégicos, Yuval Steinitz. (DPA-Télam-Reuters)

Un abismo separa a Estados Unidos de Rusia

MOSCÚ/WASHINGTON.- Las cruentas imágenes de cientos de muertos en Siria pusieron a los países con poder de veto en la ONU en una encrucijada. ¿Quién tiene la culpa de las muertes, entre ellas las de varios niños?

Rusia y Estados Unidos están, una vez más, en aceras opuestas, aunque promueven una solución diplomática a la crisis. Diplomáticos de alto rango de ambos países quieren encontrarse el miércoles para promover una conferencia de paz largamente planeada. El tiempo apremia.

Moscú se posiciona nuevamente como estrecho aliado de Bashar Al Assad. Con su poder de veto, bloqueó más de una vez resoluciones contra Damasco y dice que los sirios deben solucionar el conflicto por sí mismos, al tiempo que se reivindica como la única de las partes que habla con todos: emisarios del Gobierno y de la oposición entran y salen de una Rusia que, según los analistas, teme perder a su último socio en Medio Oriente.

El Kremlin advierte que los envíos de armas occidentales a los rebeldes no hacen más que caer en manos de terroristas con nexos con Al Qaeda; pero defiende sus exportaciones de armamento a Damasco. Hasta los servicios secretos estadounidenses admiten que más islamistas radicales llegan a Siria para luchar contra Al Assad.

La Casa Blanca está bajo presión. Las voces más críticas en el Congreso dicen que Barack Obama ni siquiera intenta derrocar al régimen sirio. Hoy ya no se trata de "elegir entre dos partes, sino entre muchas partes", admitió el jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, Martin Dempsey.