El Epam
Viendo el Editorial de LA GACETA de la edición del viernes sobre los inconvenientes causados a los adultos mayores por el nuevo edificio del EPAM en avenida Sarmiento, la cantidad de cartas de lectores, y la disminución en el número de usuarios en la nueva localización, creo que habría que cambiar el cartel del edificio. En lugar de que diga: EPAM Educación Permanente para Adultos Mayores, debería decir: Edificio para ahuyentar a los mayores.

Juan F. Oliver
Juanfoliver@yahoo.com.ar 

Renace El Rosedal
El 17 de junio pasado, LA GACETA publicó una fotografía que ilustró una breve nota titulada "Los pastizales se adueñaron de El Rosedal". Unas semanas más tarde los responsables del que fuera un atractivo del Parque Centenario Nueve de Julio resolvieron por lo sano: sacaron todos los rosales (secos o ya deteriorados por falta de riego y podas adecuadas) y comenzaron a plantar nuevos ejemplares, con sus respectivas etiquetas y dispusieron lo que nunca debió faltar- el riego, tal y como se observa en las fotos tomadas este domingo último. Enhorabuena por la adecuada respuesta a una observación ciudadana.

Carlos Duguech
carlosduguech@yahoo.com.ar

Tierra de nadie
San Pablo tierra de nadie.... Nuestro pueblo se ve sometido a incesantes robos a toda hora del día. Poco personal en la comisarías y la falta de móviles hacen que el personal policial no puedan dar respuesta a todo lo que está ocurriendo. Párrafo aparte para el delegado comunal, que no se ocupa... Al ver la desidia de este funcionario para mejorar las cosas o gestionar la seguridad que necesitamos, el pueblo se tuvo que levantar para hacer oír sus reclamos. ¡Todos unidos por un San Pablo mejor! 

Cintia L. Giménez
loregim_31@hotmail.com

P
olémica por los porteros
Sin ánimo de polemizar ante un tema tan urticante, deseo contestarle al señor Ramón H. Medina, quien dice "representar a los trabajadores de edificios". Apelando a la gentileza que nos brinda LA GACETA, es evidente que no ha entendido el contenido de mi carta. En ella me refiero a los porteros de innumerables edificios de Propiedad Horizontal donde los consorcistas son testigos de las penurias que se deben soportar. Reclamarles algo es adquirir un enemigo en potencia. La carta del señor Medina es una elocuente muestra de lo que afirmo. Le pareció que mis conceptos son erróneos y agraviantes. Estos conforman un gremio muy bien pagado e "intocable". Asimismo reitero: las inmobiliarias colocan a sus obreros de la construcción como porteros. ¿Por qué negarse a presentar en su trabajo el Certificado expedido por funcionario policial o realizar un curso apropiado? No he mencionado las galería céntricas; y si el señor Medina se siente tocado, es su problema. Doy por terminada la polémica. Gracias. 

Alejandra Pérez Ortega
alejandra_prezortega@yahoo.com.ar 

Sensacion de inseguridad
En la edición del sábado de LA GACETA leí que el señor Zaffaroni afirmó que la inseguridad que vivimos es producto de "una paranoia organizada por los medios de comunicación". Años atrás, el señor Aníbal Fernández, a quien todos ya conocemos por sus lastimosos exabruptos, también aseveraba que la inseguridad es "una sensación". O sea que, ahora, tenemos el lujo de contar con políticos y jueces que nos hacen diagnósticos siquiátricos, según los cuales todos los argentinos padecemos de alucinaciones colectivas, que es algo así como estar en las compuertas de la esquizofrenia, razón por la cual siempre me llamó la atención que los siquiatras no les contestaran a estos dos sujetos por atribuirse funciones profesionales que no les son propias. Cuando se leen declaraciones de este tipo, uno no sabe si le están tomando el pelo, o si insultan nuestra inteligencia con toda mala intención, o si viven en otro planeta. De todas maneras, proviniendo estas declaraciones de un juez como Zaffaroni, no nos debería llamar la atención puesto que, este hombre, predica un pseudo-garantismo abolicionista cuyo propósito es anular el sentido de responsabilidad y autodeterminación del delincuente, y, simultáneamente, imponer una total indiferencia, que bordea en el desprecio, por las víctimas y por los familiares de las mismas. O sea, que si a usted, lector de esta carta, en la esquina de su casa un ladrón lo asalta, le quita el celular y lo mata, los penalistas que siguen esta doctrina zaffaroniana dirán que el sistema social es el culpable del resentimiento de ese delincuente, y que, al matarlo a usted lo que hace es tomarle lo que la sociedad le niega, o sea un celular. Total la vida de las personas que trabajan no interesa para nada. Me parece que ya es tiempo de que alguien ponga un límite a tanta falta de sentido común; que se pare ya de usar tantas neuronas para justificar los atropellos de los delincuentes, y que se usen esas neuronas para defender al pueblo trabajador quien, con sus impuestos, debe mantener a esos mismos inadaptados en las cárceles. Caso contrario, lo que lograrán con tanto falso garantismo es agudizar más esta ley de la selva que estamos sufriendo.

Leandro Luis Cruz
leancruz.69@hotmail.com.ar

Viernes negro
Una vez más. No sé si este tema ya da para más, pasamos nuevamente un viernes negro por el hollín. Deberíamos agradecer tener que limpiar más seguido nuestras casas, nuestra ropa; supongo que es más higiénico. ¿Y los niños, ancianos, asmáticos, alérgicos? Ellos quizá no, pero tal vez los médicos muy contentos con los pacientes que les llegan a diario, los farmacéuticos también estarán contentos. ¿Qué decir cuándo queman los cables de energía eléctrica? Puede morir gente en accidentes, en hospitales o los que dependen de respiradores en sus casas: y bueno, son daños colaterales, ¿no? ¿Qué se puede hacer? Si las autoridades se muestran impotentes, inoperantes, indiferentes o conniventes, habría que ver, qué podemos hacer nosotros. Atenernos a las circunstancias porque parece que no van a hacer nada, pero nada, sólo decir que escapa a sus controles. Pongan atención a lo que deben hacer en sus funciones, el ciudadano observa y actúa en consecuencia. 

Rosa Neumann
Muñecas 1082 
San Miguel de Tucumán 

Cementerios
Hace unos días publicaron una carta al lector mandada por mí, referida a los cementerios privados, por la forma desmedida en que cobran los servicios, tanto de mantenimiento como para abrir las parcelas para el depósito de algún cuerpo, con porcentajes de aumento imposibles para la mayoría de los ciudadanos. Pregunté si no pensaban poner un crematorio. La respuesta fue que no los autorizaban; no sé quiénes, si la Iglesia católica lo permite en otras provincias y esta iglesia es igual para todos. Un sacerdote me dijo que no hay impedimento de parte de ellos. Por lo que -supongo- debe ser el impedimento por el gran lobby ante las autoridades legislativas o municipales que hacen estas empresas para que no se incorporen crematorios en la provincia. Sé de casos de algunos difuntos que fueron trasladados por empresas fúnebres locales a Guemes, Metán o Córdoba, por nombrar algunas ciudades donde los incineran y luego los devuelven en pequeña urna a los familiares. Todo ello, con un presupuesto bastante elevado, dado que hay que trasladarse a otra provincia. Sería menos oneroso si lo hiciéramos acá. Pero esto a estos grandes empresarios no les conviene; como ya no les alcanza con las tierras que poseen, ahora se dirigen tambien al interior de la provincia. Espero que de una buena vez estos curros se terminen y no jueguen con los sentimientos de la gente.

Mario Rivet Vozza
mrivetvozza@hotmail.com
 

Massa y el peronismo
El peronismo tiene la recurrente virtud de regenerarse. Dado que se califica a sí mismo como un "movimiento", bajo su amplísimo paraguas de ideologías, métodos y estilos ha pasado y pasa por allí el fascismo, el izquierdismo, una variante folklórica de neoliberalismo, el actual autoritarismo populista. Luego de cada derrota electoral, el peronismo en su versión de momento reaparece, como quien reasegura la perdurabilidad de la especie. Ejemplo de ello han sido los renovadores de 1987, Cafiero, Grosso, Manzano, que hasta dijeron virar hacia la socialdemocracia; el menemismo de 1989, Duhalde en 2002, Kirchner en 2003, parecía que iría a ser De Narváez en 2009, todos ellos alimentando en el electorado esperanzas -vanas por cierto- de progreso, de que entrarían en el institucionalismo republicano democrático, con los resultados por todos conocidos. Algo similar parece suceder ahora con la irrupción del intendente de Tigre. Sergio Massa viene en esta nueva vuelta de tuerca del variopinto elenco peronista a presentarse como una suerte de restaurador de lo que debió ser y no fue, bajo la premisa de acentuar lo que según ellos es bueno y modificar lo malo del modelo populista vigente. Nacido en la Ucedé, ahijado de Duhalde, luego de Kirchner y después de su viuda, Massa ya está aglutinando parte del viejo peronismo que quiere evacuar el Titanic antes que se agoten los botes salvavidas. Los intendentes del conurbano, dirigentes como Felipe Solá, sucesivamente funcionario menemista, gobernador duhaldista, diputado kirchnerista y cortejante macrista, resucitados provinciales y los que recalarán ahí de la diáspora final del kirchnerismo. Massa estuvo tan comprometido con esta gestión desde que que goza las mieles de la caja pública, fue administrador de los fondos de la Anses y fulgurante jefe de gabinete, como parece estarlo ahora con el postkirchnerismo. Las recientes primarias lo lanzaron como la figura ascendente, pero es dable advertir a la ciudadanía esta facilidad del peronismo para su autorrestauración bajo la figura de alguien aparentemente nuevo, a quien -como los anteriores- le cabría la célebre frase de Groucho Marx: "estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros", o parafraseando la más triste de Mariano Moreno: "Habremos mudado de tiranos, sin haber derribado la tiranía". 

Víctor Chocobar
Salta 449, 1º "D" 
San Miguel de Tucumán