ROMA.- Se sabe que la Selección con Messi en cancha es terrible. Pero sin él, hay veces que genera interrogantes y dudas, porque lo que parece sencillo tiende a complicárselo como auto en descenso y sin frenos. Lo bueno es que ayer Argentina pudo demostrar que también puede ser una formación sólida no estando la "Pulga" en cancha.

Eso pasó en el estadio Olímpico de Roma, donde Alejandro Sabella cambió la jugosa táctica ofensiva y optó por una estrategia austera, pero efectiva. Sin el 10, la idea de "Pachorra" fue parar a los suyos de contra; apostar a la salida rápida de Di María y a la efectividad soberbia de Higuaín, cuando tiene el arco en la mira. Y todo eso se cumplió al pie de la letra. "Fideo" fue imparable y "Pipita", una fiera. Luego de amagar en el vértice del área grande, el flamante jugador de Napoli enganchó hacia adentro y sacó un fortísimo remate cruzado que le bastó para vencer la defensa de Buffon y el cero del local.

Después del 1-0, a los 20' de la parte inicial, el encuentro sufrió un vuelco de vértigo. Argentina siguió en su posición de animal de carroña: esperar el momento para salir disparado a cazar la presa malherida. Italia, en cambio, se embarró en su propia desesperación y, cuando estuvo cerca de marcar, la suerte le jugó en contra. Hubo un penal que pudo haber sido el 1-1.

Igual, en materia de merecimientos, Argentino hizo más. Pero regaló demasiado (Palacio perdió un gol solo bajo el arco) y casi le cuesta. Banega se coló rápido en los festejos (3') convirtiendo el 2-0. Después se sucedieron una serie de casi anotaciones para ambos. Hasta que a los 30' Insigne descontó y le puso color al cierre. Lejos y no tanto, Messi y el Papa recibieron su regalo: un triunfo que vieron por TV. (Especial)