El confuso episodio de violencia que afectó esta semana a una joven alumna de la carrera de Trabajo Social ha reinstalado un tema que vuelve con frecuencia; el de la falta de seguridad en la zona del parque 9 de Julio, que es uno de los espacios públicos y de paseo más importantes de la provincia. Como grafican los testimonios de las crónicas que aparecen en la edición de ayer de LA GACETA y dos cartas de lectores que se publican en esta misma página, los integrantes de la comunidad universitaria que deben cruzar el parque 9 de Julio a diario ya están cansados de reclamar más seguridad en la zona. A los casos denunciados por violencia sexual -en los que no sólo hubo damnificadas de la Facultad de Filosofía y Letras, sino parejas que paseaban por el lugar-, se suman las numerosas denuncias por robos. Ahora, la durísima experiencia que vivió la estudiante que denunció haber sido abusada a la altura del Hipódromo, cuando se encaminaba a la facultad, obliga al Ministerio de Seguridad Ciudadana a reconsiderar su esquema operativo en el área mencionada.

Hasta ahora, la respuesta oficial frente al problema de la inseguridad en la zona ha sido reforzar la presencia policial y usar las cámaras filmadoras. Pero esto es actuar ante los hechos consumados y no hacer prevención. la pesquisa está orientada ahora a buscar testigos o examinar las filmaciones de los aparatos ubicados en la esquinas del Hipódromo o cerca de la seccional 11a, pero eso es insuficiente. Ya en otras ocasiones, ante hechos puntuales, se reforzó la presencia policial y luego, cuando terminaba la exposición pública del problema, los agentes desaparecían lentamente de la zona. La misma comunidad universitaria, en la manifestación realizada anteayer, reclamó que desde el año pasado están pidiendo que haya policías fuera del perímetro de la facultad, y expresaron que deberían también involucrarse las autoridades universitarias, razón por la cual van a hacer una manifestación cuando sesione el Consejo Directivo de la facultad.

Sucede que actuar como elaborar una política de prevención en materia de seguridad, que debe contemplar, fundamentalmente, un estudio de situación diseñado en base a las necesidades denunciadas por la comunidad damnificada. Precisamente, los diseños más innovadores en materia de seguridad urbana proponen por lo menos tres cuestiones centrales: un cambio de enfoque desde la óptica de la prevención del delito hacia una mirada más integral que aborda la estrategia de la seguridad comunitaria con la protección transformada en un bien público; además, considerar que no es sólo la policía la responsable de las cuestiones de seguridad; y que deben incorporarse paulatinamente otras autoridades -como las universitarias o las municipales-, así como diversas asociaciones que acerquen herramientas para enfrentar el problema. En lo que respecta al aporte del gobierno local, hay numerosas experiencias en el país en las cuales los municipios se involucran directamente, por ejemplo, en el monitoreo de las cámaras de vigilancia.

Así las cosas, no cabe duda de que la Facultad de Filosofía y Letras, y el vecindario, deben ser actores protagónicos en el diagnóstico y en las propuestas para convertir al parque diseñado por Thays en un espacio seguro y digno de ser disfrutado por todo el mundo, como lo supo ser durante décadas.