Cada dos años, los argentinos nos encontramos en las urnas. Y a pesar de esa rutina que se repite y para buena parte de la sociedad pasa inadvertida, las redacciones se colman de una curiosa mezcla de ansiedad y nerviosismo. Los periodistas tenemos la extraña virtud de vivir estos eventos "extraordinarios" con la emoción de un principiante y con la misma pasión que un hincha mira un partido desde las tribunas. Siempre, las discusiones previas giran en torno de lo mismo: ofrecer a los lectores una buena dosis de servicio, para que no tenga ninguna duda antes de ir a votar; una pizca de sorpresa, para sacudir lo ordinario; y convertir al diario en un canal para que los dirigentes se expresen y la ciudadanía lea y reflexione. A pocas horas de que la primera etapa llegue a su fin, esperamos haberles transmitido pocos nervios y mucha pasión.