El Conjuro | Terror. PM16, 112 minutos
Parece mentira que haya sido James Wan quien inauguró la saga de "El juego del miedo", un festín para voyeurs de la tortura que termina resumiéndose en la banalización del dolor. Esa es la tónica que viene dominando el género desde hace años. Afortunadamente Wan cierra el círculo y sella con "El conjuro" un retorno al terror clásico. El de los climas opresivos, la sugestión de un susurro, las sombras detrás de una puerta. Lo que verdaderamente nos asusta en esas noches inquietantes, cuando el viento provoca extraños ruidos en la oscuridad y parece que una mano nos atenazará el tobillo de un momento a otro. Chad y Carey Hayes convirtieron en guión el caso documentado por Ed y Lorraine Waren (porque hablamos de hechos reales) y Wan lo filmó con mucha inteligencia. Tal vez abusó de algunos arreglos musicales, desmesurados en su intensidad. No deslucen el cuadro.
Hay mucho de homenaje en el devenir de "El conjuro". Tributo a ese cine que en los 70 y principios de los 80 elevó los estándares del terror. La escalera de la casa de Amityville, la estática en la TV de "Poltergeist", la muñeca que mete miedo de sólo mirarla. Espacios tras los muros que remiten a Poe y bandadas de pájaros hitchcokeanas. La caja de música, enigmática e irresistible. Y chicos, muchos chicos, porque ¿no se originan multitud de horrores en los traumas infantiles?
Hay también fantasmas, y un caso de posesión que cruza elementos de la fundacional "El exorcista" hasta las modernas "El exorcismo de Emily Rose" y "El rito", esa en la que Anthony Hopkins hace de Anthony Hopkins pero con sotana.
Más que guiños cinéfilos, son ladrillos sabiamente colocados por Wan para construir su película. Por algo está ambientada en aquella época -principios de los 70- y fotografiada con un velo de opacidad. Los colores fuertes apenas se adivinan en una fugaz escena en la playa, lejos de la casa maldita y de la bruja que azota a la familia Perron. Vera Farmiga (foto) está espléndida, como siempre. Para construir su personaje se relacionó con Lorraine Warren, a quien definió como una viejita encantadora. Llamativo si nos atenemos a lo que cuenta la película. y eso que pasaron más de 40 años. Es que "El conjuro" asusta, tanto -o casi tanto- como muchos de los candidatos que pretenden que los votemos mañana.