CIUDAD DEL VATICANO.- Unos jóvenes de la diócesis italiana de Brescia se llevaron una grata sorpresa al ver, por casualiad, al Papa Francisco. Era un grupo que venía peregrinando desde la región natal de Pablo VI para llegar a Roma y conmemorar el 35 aniversario de la muerte del Papa Montini.
Ellos Se dirigían a la Ciudad Eterna para rezar ante la tumba del Pablo VI que se encuentra enterrado en las Grutas Vaticanas. En ese momento, el Papa salía, precisamente, de hacer lo mismo en una visita que no había sido anunciada. Supo que los jóvenes tenían la ilusión de verlo y quiso recibirlos; sin solicitud previa, formalismos o más trámites.
Simplemente, alguien contó al Papa la historia de unos peregrinos que querían saludarlo y él accedió. "Ahora puedo morirme en paz", dijo una mujer del grupo al ver al Papa. A lo que el Pontífice, con mucha sorna contestó: "¡No!, ¡pero qué poco le pides a la vida!" No se podían creer lo que estaban viviendo: inesperadamente, el Papa les recibía dentro del Vaticano e, incluso, les agradecía la visita.