El pintor francés Marc Chagall (1887-1985) aseguraba que el arte es sobre todo un estado del alma. Para la tucumana por adopción Mariela Martin es, además, una acción. Una acción del espíritu destinada a cambiar el mundo. Tal vez por eso su trabajo apunta, fundamentalmente, a hacer al arte más accesible a la gente.

Licenciada en marketing y directora de la Licenciatura en Comercialización de la Unsta, Martin encontró en el arte la manera de mejorar el entorno en el que vive. De hecho, es la una de las pocas artistas que eligió esculpir en mármol de Carrara con las técnicas tradicionales. Es decir, aquellas que utilizaban Miguel Ángel o Lola Mora.

El año pasado participó en Italia de la Expo Firenze y, además, realizó durante varios meses un curso de perfeccionamiento en el Estudio de Escultura de Arte en Mármol y Piedra de Giorgio Angeli, en la Versilia Toscana. "Tenía la sensación de estar viviendo varias vidas en simultáneo. Era como si me hubieran enchufado al mármol y al arte. Iba a mucha velocidad. Trataba de dormir lo suficiente y de alimentarme sanamente para tolerar el vértigo y la energía del taller. Tenía la tranquilidad de estar haciendo lo que debía hacer… tallar", señala.

Esa misma experiencia será transmitida hoy, en una charla que brindará en el campus universitario de la Unsta (ver "Los desafíos..."). "La cantidad de arte clásico en Florencia es asfixiante realmente. Por suerte el tiempo jugó a mi favor y, apenas terminó la muestra, partí a estudiar en el Estudio Angeli. Allí me encontré en un predio como si fuera un poblado con laboratorios para trabajar, atravesado por calles por donde se desplazaban máquinas. Era como un museo a cielo abierto con esculturas de más de tres metros de altura y con una sala subterránea con obras de artistas como Kan Yasuda, Vilano Tarabella, Gigi Guadanucci, Ruth Guggenheim Nivola y Bruto Pomodoro. La biblioteca con catálogos a disposición es de un valor increíble", cuenta.

Es en ese taller que Mariela comprendió por qué la humanidad tuvo que salir del arte clásico figurativo y entrar en composiciones modernas y abstractas. "Las esculturas modernas presentan un horizonte rico. Están vivas. Uno las interpreta mil veces, según la luz, según el punto de vista, según nuestra capacidad de lectura y cambio de ánimo. Elevarse a ese nivel de abstracción es todo un camino que me empeñé en realizar con pasos firmes, desafiándome ante el mármol", agrega.

El arte público

Hasta ahora Mariela ha trabajado con bloques de mármol en pequeña escala. Pero su pasión son los grandes formatos. "El camino que recorrí en Italia me ha alentado a trabajar en escalas mayores, con grandes superficies, de varios metros. Realmente es apasionante", dice. Y revela que actualmente está trabajando en tres proyectos: uno es para instalar en la ciudad de Resistencia (Chaco), en la ciudad de las esculturas, en la vía pública. Otro para una exposición en Roma y otro de gran escala para un espacio público en la Argentina.

"Me interesa trabajar el arte público porque ayuda a mejorar la calidad de vida de las personas y el ambiente de las ciudades. También, me interesa que sea accesible para la gente. Que la gente pueda disfrutarlas e interactuar con ellas en parques, en jardines, en plazas, en los cerros… Es en los espacios abiertos donde el arte se integra al paisaje", concluye.

En las cavas

Mariela Martin visitó las canteras de donde se extrae el mármol, en Carrara, en la costa del mar Tirreno.

En el taller

El estudio de Giorgio Angeli, en la Versilia Toscana, es una verdadera fábrica de esculturas.

Herramientas

Los cinceles y los martillos todavía se usan para tallar la piedra, como en los tiempos de Miguel Ángel.

En pleno trabajo

Mariela, en el taller de Giorgio Angeli, ultima los detalles de una escultura realizada a partir de un bloque de mármol bruto pequeño.