Pasó una semana de aquella multitudinaria misa en la playa de Copacabana (Río de Janeiro) en la que Francisco llamó a los jóvenes de todo el mundo a que fueran discípulos de Cristo. Y evidentemente aún sigue sorprendido por sus repercusiones. Ayer rezó el Angelus en la plaza de San Pedro y agradeció a todos los que participaron de las Jornadas Mundiales de la Juventud. También habló sobre el consumismo y resaltó que los jóvenes son sensibles al vacío de valores. "El rico se dice a sí mismo: 'Alma mía, tienes bienes almacenados… descansa, come, bebe y date buena vida. Pero Dios le dice: Necio, esta misma noche morirás. Y aquello que has acumulado ¿para quién será?'", citó Francisco.