Mide unos 15 metros de largo; pesa unas 40 toneladas. De cuerpo gigantesco y oscuro, agrisado y negruzco, sin aleta dorsal, la ballena franca austral se distingue por las callosidades en la cabeza.

Cada año son más las que llegan a las costas patagónicas, a aparearse y reproducirse -algunas ya con sus crías- desde distintos puntos de los fríos mares del sur.

En esta época del año se espera un promedio de entre 700 y 800 ejemplares, pero el relevamiento aéreo realizado sobre Península Valdés detectó esta semana 1.117 ballenas en un área de 620 kilómetros de costa, de las cuales 308 son crías de esta temporada. Enrique Crespo dirige el

laboratorio de mamíferos marinos del Cenpat (Centro Nacional Patagónico) con sede en Madryn. Allí estudian el crecimiento de la población de la especie en el litoral marítimo, desde la desembocadura del río Chubut hasta el entorno de Península Valdés. Esto incluye los golfos interiores Nuevo y San José, la cara externa de la península con forma de hongo que se introduce en el mar, y parte del golfo San Matías, hasta el paralelo 42.

"Contamos 1.117 ballenas, pero es un número que está subestimado porque obviamente sumamos las que vemos; sabemos que muchas no son visualizadas, y que todavía están llegando a la zona", explicó Crespo a Télam.

El investigador declaró al diario Jornada que es auspicioso el número de crías registradas, teniendo en cuenta que el pico de nacimientos suele darse en agosto y septiembre, y estimó que podrían nacer entre 500 y 600.

En tanto el diario Río Negro informó que la temporada de avistaje embarcado de ballenas y otros mamíferos marinos fue lanzada ayer -hasta fines de octubre- en la villa portuaria de San Antonio Este. Como novedad, durante septiembre se realizará la Semana de la Fauna Marina, dedicada a la diversidad de especies que habitan el golfo San Matías.