Si se enferma el bolsillo, seguramente los platos rotos lo pagarán las urnas. El Gobierno nacional sabe que este cóctel era muy peligroso y por eso baja las expectativas con dos anuncios con múltiple impacto social: sube el salario mínimo, vital y móvil y, como bonus track, reafirma -con efecto retroactivo- que no se deducirá el impuesto a las Ganancias del primer sueldo anual complemetario, el aguinaldo cobrado a principios de este mes.
Tal vez un anuncio de fondo hubiera sido retocar el mínimo no imponible del impuesto, pero así como están dadas las cosas, Cristina Fernández se sentó ayer a la mesa del Consejo del Salario y dijo que -con aquella medida- está dispuesta a ceder ingresos fiscales por $ 2.657 millones. Con la devolución de Ganancias de lo retenido en el medio aguinaldo -ya fue practicada en diciembre pasado-, el Gobierno nacional sólo busca ganar tiempo y bajar las expectativas inflacionarias, esas que generan ruidos económicos a las campañas electorales del oficialismo.
En política, los favores se pagan con votos, según el razonamiento oficial. Es el primer PASO de los dos que ayer dio la presidenta de la Nación con vistas a las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias del próximo 11 de agosto. El otro fue el aumento del salario mínimo que lleva implícito el reconocimiento oficial a la inflación anual que niega, en sus mediciones, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). A una familia tipo le resulta más que difícil costear los gastos con un ingreso mensuall superior a los $ 1.680. Los $ 3.600 anunciados ayer están más cerca de una realidad teñida de inflación.