La segunda mitad del año está iniciando, y para algunos, con días de vacaciones. Por ello, es un buen momento para planificar lo que vas a hacer para estar más cerca de tus propósitos para este año. Si bien el planeamiento no es un hábito instalado en la región, es necesario entender que planificar implica un esfuerzo y reporta excelentes beneficios, según indica José Blunda, director de +Personas, consultora de Recursos Humanos (RRHH). Entre las ganancias están:
• Tienes más conciencia de para qué estás haciendo el esfuerzo diario. De esa manera, tus acciones tienen un claro sentido y así impregnas a tus tareas y quehaceres diarios, de mayor entusiasmo. Como expresa Viktor Frankl: el propósito de la vida tiene un logro, no es sobrevivir ni hacer las cosas que hacemos en los distintos roles, sino responderse a la pregunta del para qué voy a estar haciendo mis cosas.
• Estás menos expuesto a los olvidos para incrementar las posibilidades de logro. El plan funciona como un excelente ayuda memoria, puedes ser más pro-activo, y no te limitas a que el día o la semana sea sólo a "apagar incendios" y construyendo en ese "paso a paso" diario, el objetivo que quieres lograr a fin de año.
• Mejora tu eficacia. Como los recursos, fundamentalmente dinero y tiempo, son limitados, tienes la posibilidad de hacer lo más importante primero y de esa manera, invertir los recursos en lo que más te interesa.
• Un camino diseñado te permite hacer un seguimiento semanal o mensual de cómo va la ejecución de las acciones que planificaste. Así, si ves que hay desvíos puedes recalcular a tiempo y no cuando ya estás en noviembre o diciembre, en el tiempo que queda poco por recorrer en el año.
Cómo planificar
Blunda explica que un plan requiere y necesita del análisis y la consideración de aspectos que son indispensables para crear condiciones de realización y éxito. Apunta a:
• Definir objetivos. Cuando la meta está clara, aumenta las posibilidades de hacer foco en ella. Expertos en el tema aconsejan que las metas sean exigentes pero posibles para que inviten al crecimiento personal y no siembren frustración.
• Enfocarse en lo que es más valioso. Si bien cada uno de nosotros y cada organización, persigue muchos propósitos, es necesario aceptar que no podemos poner altos niveles de esfuerzo y calidad en ocho, nueve o 10 metas. Empieza generando ese listado de potenciales metas, pero ejecuta un proceso de selección para que determines cuales son las dos o tres más prioritarias. En ese análisis y toma de decisión, ayuda mucho a conectar cada posible meta con tus valores personales o de la cultura de la organización según sea el caso; otro criterio para la selección de las metas, es poder clarificar como impactará su logro en la vida de la organización.
• ¿Qué obstáculos podrían impedirte lograr la meta? Es necesario tener presentes los obstáculos que tendrás que gestionar en el camino: falta de capacitación, hábitos limitantes, falta de recursos tecnológicos, humanos, entre otros. Las metas de este año pueden ser las de años anteriores que no se lograron por esta razón.
• Recursos disponibles. Se hace necesario además de identificar las amenazas, re-conocer los recursos que las personas u organizaciones tienen para enfrentar el viaje a la meta. Es la toma de conciencia de aspectos como compromiso, alta preparación, buen ambiente de trabajo, construcción de equipo, buena calidad de productos, servicio al cliente, posicionamiento de nuestra marca, en otros.
• Detallar las acciones que necesito hacer para lograr la meta. Estas deben contemplar todo lo analizado hasta aquí: a qué meta deber ser funcionales, cómo desarticular obstáculos, cómo deben nutrirse de los recursos disponibles. Es ese momento del armado del plan, es clave monitorear si las acciones cumplen el plazo y la frecuencia determinadas y establecer si es responsabilidad es de uno o del grupo, entre otros puntos.
• El proceso para el logro de una meta requiere de la disciplina del seguimiento. Revisar como van las personas y los grupos, es un requisito indispensable.