David Ruda, presidente de Tarjeta Naranja, acudió a una anécdota de su vida empresarial para explicar las dificultades del actual mercado financiero. Durante los 70, siendo propietario de la casa de deportes "Salto 76", se reunió con el CEO de Adidas de aquel entonces. Recordó a Eduardo Bachelian, a quien acudió en un momento de "gran inflación".
"Había remarcación todos los días, faltante de mercadería y mucha incertidumbre. Estábamos desesperados porque no sabíamos realmente qué hacer: vender, no vender, esconder todo, cerrar. Teníamos menos experiencia y gente capaz, comparado con el personal de ahora. Me preguntó (por el ejecutivo) cuál era el problema y le respondí que no sabía qué hacer, que nos estábamos volviendo locos en un momento tan complejo (...) Me respondió que lo único que podíamos hacer es seguir adelante. Somos empresarios y tenemos que correr riesgos, ponernos contentos por estar vivos y poder pagar los sueldos, y por seguir trabajando con buena gente", contó el titular de unas de las empresas con mayor emisión de plásticos del país, en una charla que mantuvo con LA GACETA.
- Hay momentos en los que se producen cimbronazos inesperados, que van más allá de lo que se planea a dos o tres años …
- Sí, pero la posibilidad de manejo es igual a la de un trasatlántico: es poco lo que se puede hacer de manera inmediata. Hay que ir despacio. En estos momentos, el principal problema que afecta a la industria de la tarjeta de crédito es la falta de dinero. Hasta hace un par de años, emitiendo obligaciones negociables (título de deuda) en el exterior; tuvimos una excelente reputación por el pago de la deuda en 2001, que fue del 100% en dólares, cuando era cuatro veces mayor en pesos: nos ha ido muy bien, calzando todas las operaciones sin ningún tipo de problema. Pero en estos momentos no conseguimos ni un peso fuera del país. Dentro del país también es muy difícil porque las mismas empresas del Estado, como YPF, sacan obligaciones negociables y todos los fondos van a parar ahí. - ¿Cuál es la alternativa?- En esa situación, debe aplicarse un freno en la medida que se pueda, aunque no se lo puede hacer de golpe. Vamos frenando de a poco…
- ¿Se observa hoy un cambio de reglas de juego o transferencia de operaciones en el mercado?
- Hubo crecimiento de población y, dentro de esa tendencia, un cambio en el uso de las tarjetas de crédito. En un tiempo, la gente le tenía miedo al plástico, sobre todo al del banco. Por ello, nunca quiso comprometerse. Se ha estabilizado la situación y hubo un cambio por el conocimiento y la necesidad del producto; el cliente sabe ahora que es algo confiable. Por otro lado -y me van a matar con lo que digo, mi socio me va a sacar la cabeza (bromeó)- lo que no se ha modificado es la mentalidad del banco sobre las tarjetas de crédito. Para el banco son un producto más. Y hoy por hoy intentan que sus clientes no vayan a la sede bancaria, sino que trabajen a través de internet. Sin embargo, hay una gran parte de la población activa que aún no sabe qué es internet, no le gusta realizar las operaciones en soportes tecnológicos y disfruta ir a pagar la cuenta en una sucursal.
- ¿Cuál será el efecto de la tarjeta Supercard?- Es todo un interrogante para mí. Primero, la cantidad de tarjetas que van a distribuir. Segundo, la logística que tendrá, ya que hay que tener una estructura importante para poder cubrir el país. Y después, qué pasa con la morosidad: cobrar a la gente implica tener una logística bastante costosa y fuerte.
El 50% de las operaciones corresponde a compras en los súper
El presidente de Tarjeta Naranja, David Ruda, afirmó que las compras con el plástico de la compañía en los supermercados representan alrededor de un 50% del total de las operaciones. "El resto corresponde según el cliente, ya que dependen de las edades, si se trata de una familia con chicos y la estacionalidad: Día del Padre, de la Madre, del Niño, las fiestas de Fin de Año", comentó.
La empresa inauguró esta semana la novena sucursal en la provincia y la sexta en San Miguel de Tucumán. La flamante oficina está ubicada en Crisóstomo Alvarez al 500, en la capital, y cuenta con un equipo de 26 empleados, según informó la firma.
En un comunicado, Tarjeta Naranja remarcó que allí pueden efectuarse todo tipo de operaciones, como apertura de cuentas, pagos, solicitud de préstamos, transferencias de dinero y débitos automáticos, entre otros. La atención es de lunes a viernes de 8.30 a 12.30 y de 17 a 20.30, y los sábados de 8.30 a 12.30.
En ese marco, el titular de la compañía afirmó: "estamos contentos porque seguimos trabajando con muy buena gente; buscamos nueva gente para que se sume al grupo de colaboradores y también como clientes", destacó el ejecutivo. Ruda hizo hincapié en que el NOA es un mercado muy importante para la empresa, y Tucumán dentro de la región ocupa un lugar significativo.
"Creo que todavía nos falta bastante desarrollo. En alguna medida es nuestra culpa, ya que estamos ante un gran crecimiento del país. Insertarse en el mercado de Capital Federal, por ejemplo, nos genera un dolor de cabeza. La distancia es enorme, la mentalidad es diferente. En cambio, es más dinámico incorporarse a la plaza de Tucumán o la de Córdoba porque no entendemos más rápido", agregó el empresario.
La empresa cuenta con 6.500.000 tarjetas en circulación, opera con más de 180.000 comercios adheridos, emplea a 4.500 colaboradores y tiene presencia en el territorio nacional a través de 214 sucursales. En la provincia, el número de plásticos alcanza los 500.000, un 33% del total emitido en la región.