Apenas se sienta en el sofá, recibe la invitación a recordar el tiempo aquel en el que su vida se aceleró, para quedar en la historia del automovilismo tucumano. "Sí, llegué a ser el campeón más joven del NOA. Con lo justo, pero lo logré". Gustavo Crespo tiene con un automovilismo una relación con idas y vueltas, pero nunca ausente. En 1989, consumó su logro mejor (hasta el momento), cuando ganó el campeonato de la entonces poderosa F-4 Tucumana, "por medio punto sobre Mario Berral", cuenta.
Los recuerdos afloran y trasladan a Gustavo a la memoria de Rodolfo "Pami" Crespo, su papá, el mentor de su corta e intensa campaña en el automovilismo. "Él corrió en el Turismo Nacional cuando era joven, dejó cuando tenía 20 años y volvió a los 40, en 1981. Yo tenía 11. Juan Rotondo le había prestado un autocross y corrió en El Cadillal. Se entusiasmó, armó un auto, hizo todo el campeonato. En la categoría fue campeón y corrió casi tres años", apunta.
En la historia de "Pami" viene luego la etapa de la F-4. Entonces, la propia historia de Gustavo. "Estuvo desde el principio, tenía el chasis N°3. Corría 1983 y tenía 13 años. Aún no había subido a ningún auto y él ya me dejaba asentarlo al monoposto. Me acuerdo que lo aceleraba en el curvón y después me retaba porque escuchaba el rugir del motor. Eso lo hice hasta los 17, sin tirar tiempos".
Rodolfo Crespo corrió en F-4 hasta 1987. Fue dos veces campeón ('85 y '86) y tenía un sueño: correr juntos con su hijo. "Pero en la esa época no me dejaban. Sí podía hacer karting, y por eso le compramos un motor a 'Lito' Mohamed y un chasis a Guillermo García Hamilton. Pero no me adapté", añade Gustavo.
Pero una noticia inesperada precipitó los tiempos: en 1987 le detectaron cáncer a "Pami" y dejó de correr. En marzo de 1988, vio cómo su hijo se subía por primera vez al monoposto. "Esa fue una experiencia emocionante. Era compañero de equipo de "Poroto" Bravo, que me llevaba en la pista. Jueves y viernes probé. Recuerdo que papá solía girar en 1'17"70/100; yo lo hice en 1'18"10/1000. Tenía grandes rivales, como Abregú, Berral, García, Miguel, Totongi, Lavado, Fogliata, Mendilaharzu, Beltrami, Loretto, Reginato, entre otros. ¡Y yo era el más joven de todos!", rememora. - ¿Cómo fue la primera carrera?- Fue en el autódromo, clasifiqué tercero. Antes de la final, mi papá me dio consejos para poner las marchas al final de la recta. No le hice caso y perdí posiciones. Después me recuperé y terminé tercero. La alegría fue tremenda. Los amigos de mi papá me felicitaron, y lo abrazaban a él. Al subirme al auto estaba muy nervioso, por mi debut y porque era hijo de un campeón de la categoría. Yo quería demostrarle que sabía manejar y que lo iba a hacer bien.
Una semana después de fallecer "Pami", Gustavo fue a correr a La Rioja, acompañado de su mamá, Emma. Dijo haberse sentido vacío. "Anímicamente estaba mal, no sabía bien qué hacía". Esa temporada (1988) fue tercero en el campeonato: ganó en La Rioja y en el semipermanente de La Banda, en Santiago del Estero.
Al año siguiente peleó el campeonato con Berral y con Bravo. Y la definición se extendió a la última fecha, en Salta. "En esos tiempos, la clasificación en la F-4 daba tres puntos al 1°, dos al 2°, uno al 3° y medio al 4°. Fui a clasificar el sábado, rompí tres motores, se armó uno con lo que quedó de los tres, salí a pista y logré el 4° tiempo. Con ese medio punto me aseguré el campeonato. El domingo de la final, siendo ya campeón, venía tercero y se salió una biela del coche en la cola del avión. Ganó Berral, y con las unidades que sumó quedó a solo medio punto de mí", monologa Gustavo.
En 1990, el campeón corrió una prueba de F-Renault y otra de F-4 ("en la que debutó Roberto Sánchez"). Y dejó la actividad. Le faltaban medios económicos y sufría problemas de sobrepeso. Dice que le hubiera gustado seguir y que su deuda pendiente es haber saltado al contexto nacional. Admite que hoy sufre cuando sus hijos, que practican cuatriciclo, están en carrera ("yo ni me ponía nervioso cuando aceleraba"). Y que no obstante esa adrenalina lo mantiene alerta con los motores, tanto como seguirlo a Lucas Mohamed en el TN. "Las experiencias vividas fueron imborrables. Y, quién sabe, quizás algún día haga algo en el rally. Cualquiera que haya sentido el placer de correr me va a entender", cierra. Un grande.