La campaña de granos que finalizó en la provincia seguramente no la olvidarán los productores fácilmente, ya que la producción fue nuevamente afectada por las adversas condiciones climáticas. Esto hizo que la campaña de soja 2012/13 finalice con un rendimiento promedio estimado en alrededor de 1.400 kg/ha, lo que significa una pérdida del 57% en comparación con el rendimiento promedio de la provincia en las últimas campañas con buenas precipitaciones, que fue de 3.200 kg/ha.
Según diferentes informes de la Eeaoc, la escasez hídrica y las elevadas temperaturas fueron superiores a las de la campaña anterior. Sin embargo, en cuanto a los rendimientos, se observó un pequeño incremento de un 14,4% respecto del periodo 2011/12, que por las precipitaciones ocurridas en abril ya durante la trilla, fue de 1.230 kg/ha, la peor en 10 años.
Si bien los precios de venta de la oleaginosa fueron excelentes -aunque inferiores a los del año pasado en iguales meses- nuevamente la suba de costos y la extraordinaria caída de la productividad hicieron que el margen bruto fuera insuficiente para cubrir los gastos, especialmente para el caso de los lotes bajo arriendo. La superficie sembrada con soja en Tucumán viene disminuyendo sistemáticamente desde hace cuatro campañas. Se pasó de 293.220 ha, en el ciclo 2008/09, a 172.630 ha en la presente campaña, lo que implica una disminución del 41% en cuatro años.
El factor determinante en la disminución del área con soja fue el extenso período de sequía que determinó un importante atraso en la siembra y el consiguiente cambio hacia otros cultivos más adaptables a esta contingencia (caña de azúcar, maíz y, en menor medida, poroto y citrus). El área destinada al maíz durante este período fue un 31% superior a la del año pasado.
Este tema para nuestra región pasa a ser más que importante, porque generalmente en aquellos cultivos de soja que tuvieron como antecesor al maíz los rendimientos logrados -a pesar de la sequía- fueron bastante superiores a los logrados en lotes que venían de soja como antecesor.
Sin dudas, el maíz debe ser el caballito de batalla a tener en cuenta en lo referente a rotaciones, no sólo por su incidencia en el agua que se pudo acumular en el suelo por una mejor estructura del suelo y su nivel alto de rastrojo, sino también por su incidencia en las plagas y enfermedades.
Mayor esfuerzo
La Eeaoc afirma que este año, además de los efectos de la sequía sobre la soja, la mayor incidencia de algunas plagas de insectos y de malezas resistentes a glifosato fueron dos factores que contribuyeron a agravar la situación, obligando a los productores a un mayor esfuerzo en materia de monitoreo y al empleo de productos específicos para su control.
Con relación a las plagas de insectos, ésta campaña se caracterizó por una alta incidencia del Helicoverpa geolotopoeon (oruga bolillera), al comienzo del ciclo vegetativo de la soja y también en etapas de llenado del grano, lo que obligó al uso de insecticidas específicos para su control. En estadios reproductivos hubo muchos problemas con Rhyssomatus subtilis (picudo negro). Una vez cerrado el ciclo, ocurrieron ataques del complejo de defoliadoras, especialmente de Pseudoplusia.
Ácaros, trips y finalmente chinches al final de la campaña -cuya presencia se intensifica año a año- requirieron aplicaciones adicionales.
Lo real es que el maíz, a pesar de que ya algunos consideran que sería el nuevo monocultivo en algunas zonas el país, para nuestra región pasa a ser indispensable para lograr equilibrar las falencias que tenemos en nuestro agroecosistema.
La sequía nuevamente fue la vedette de esta campaña y, sin dudas, hacer eficiente la poca agua de lluvia que cae pasa a ser fundamental para lograr algún éxito, si las condiciones de falta de lluvia se repiten. Esto sería realmente dramático, más aun cuando se ingresa al otoño sin agua en el perfil, lo que ocasionó que poco o nada de trigo o garbanzo se siembre en toda la región, por lo que la región NOA, con Santiago del Estero, Salta y Tucumán, que tuvieron una importante superficie de trigo sembrada hace pocas campañas, vieran más afectada la actual situación de faltante de trigo en el país.
Por eso es fundamental el buen uso del agua, lo que significa realizar los barbechos en tiempo y forma, adoptar un esquema escalonado de fechas de siembra, que los suelos estén en buenas condiciones, trabajar con cuidado los rastrojos y los niveles de fertilidad, trabajar con una densidad de planta no muy alta y, en vez de emplear variedades adaptables, usar aquellas estables y de alta potencialidad.
La tecnología aplicada al campo puso al alcance del hombre de campo herramientas como la siembra directa, las rotaciones bien implementadas y los manejos adecuados de los campos para lograr que estos capten y almacenen de la mejor manera posible el agua de lluvia. Muchas veces precipita en momentos que el cultivo no lo necesita, pero queda guardado en el suelo para el momento oportuno.
Un manejo inteligente de los sistemas productivos es lo que hace falta; pero si no van acompañados con una incentivación del sector público de actividades productivas que ayuden a un adecuado manejo, todo el esfuerzo realizado por el productor será en vano.
Esperemos que se recapacite y se dejen aparte las diferencias ideológicas.