"Doctor: mi hijo no quiere comer ¿qué debo hacer?" La falta de apetito en los bebés y niños suele ser una consulta frecuente en pediatría. Y son variadas las causas que llevan a un niño a rechazar la comida: problemas de salud, causas anatómicas y neurológicas, falta de hábitos alimentarios y en muchísimos casos la inadecuada relación con los padres.

Si los padres no comen los mismos alimentos que le dan al niño, los apuran a comer, los castigan, los alimentan a cualquier hora, no les preparan un plato atrayente, variado en texturas y sabores es casi seguro que el niño no querrá probar ninguna comida, sostienen los especialistas que opinan en esta nota.

"La inapetencia puede aparecer esporádicamente durante el desarrollo infantil. El problema se torna serio cuando los bebés y niños sufren trastornos alimentarios. Un niño normal, por ejemplo, tarda unos 20 minutos en comer, pero hay ocasiones en que los niños demoran mucho tiempo porque presentan distintos trastornos de la alimentación", explicó el pediatra y especialista en el tema doctor Colin Rudolph, docente de la Universidad de California en San Francisco. El experto disertó en el Segundo Encuentro Latinoamericano sobre "Temas selectos de nutrición" realizado en Mendoza por Mead Johnson Nutrition.

Causas del problema
Sobre este tema, su par tucumano, el doctor Víctor Rolando Gallo, jefe de nutrición del Hospital de Niños, precisó que las causas anatómicas y funcionales, como labio leporino o el paladar hendido, y hasta un simple resfrío dificultan la alimentación. "A un lactante resfriado, por ejemplo, le resulta muy difícil alimentarse ya que solamente sabe respirar por la nariz. Si la tiene tapada y la boca ocupada con alimento no puede respirar. Entonces, privilegia la respiración y deja de lado la alimentación. Los niños con problemas neurológicos con trastornos en la coordinación de la lengua, la deglución le causa un problema que puede llegar hasta la aspiración del alimento. Por eso, los únicos niños que se aspiran son los que tienen problemas neurológicos. Los niños sanos y normales no se aspiran, aunque estén boca arriba o cabeza abajo", aclaró el especialista.

Se sabe que entre el 25 y el 45% de los niños con un desarrollo normal tienen problemas con la alimentación. La cifra, según los especialistas, aumenta al 80% cuando los pequeños tienen trastornos neurológicos.

Si el niño presenta inhibición del apetito quizás se deba a problemas de relación con sus padres, a alguna medicación o a factores hormonales. Los problemas de relación con los padres -también llamadas "trampas de alimentación"- son muy frecuentes y se deben a la falta de límites claros por parte de los padres, coincidieron en señalar Rudolph y Gallo. Los niños saben que los adultos se desesperan si no comen lo que ellos quieren, cuando ellos quieren y como ellos quieren. Y en estas circunstancias los padres apelan a payasadas para alimentarlos, algo que no debieran hacer.

Niños manipuladores
"Estos padres suelen ser manipulados por sus hijos porque no pueden relacionarse adecuadamente", sentenció la licenciada Ana María Navarro, fonoaudióloga y terapeuta en estimulación temprana. Los adultos terminan comprándole sólo lo que el niño quiere comer. Además, permiten que a la hora de comer se muevan por toda la casa, lloren y se encaprichen.

El doctor Gallo observó que muchos padres se angustian cuando el niño se niega a comer. Los chicos manipuladores se dan cuenta de esta situación y saben explotarla muy bien: empiezan a canjear cosas para comer. El mismo comportamiento adoptan cuando empiezan a manejar esfínteres. Piden alguna recompensa a cambio de ir al baño.

Necesitan límites claros
"Si los padres no ponen límites a esta situación reforzarán las actitudes negativas en el niño y no lograrán una alimentación normal. El niño no puede ser quien tome las decisiones", advirtió enfáticamente Rudolph. Añadió que muchas veces los trastornos de la alimentación se deben a que los padres no prestan la debida atención a los aspectos positivos de sus hijos. Los niños perciben esa desatención y saben que haciendo problemas para comer los mayores estarán más atentos con ellos. También es muy común que los adultos proyecten sobre los niños sus propias aversiones hacia determinados alimentos ('como a mí no me gusta el brócoli a vos tampoco te va a gustar'), ejemplificó el experto estadounidense.

Enfoque interdisciplinario
En todos los casos, los trastornos de alimentación deben ser bien evaluados y abordados en forma interdisciplinaria. Lo más adecuado, según los pediatras, es que el equipo de abordaje esté integrado por profesionales de la psicología conductual, el trabajo social, la fonoaudiología, de la nutrición, terapia ocupacional y medicina.

En el hospital del Niño Jesús, los trastornos alimentarios son tratados en forma interdisciplinaria. Junto al médico clínico especializado en nutrición trabajan psicólogas, fonoaudiólogas, odontólogas, y cirujanos. "Trabajamos con resultados excelentes, y me arriesgo a decir que el equipo de fisurados es el mejor del NOA", destacó el doctor Gallo.