Hace un enorme esfuerzo para escuchar las preguntas y contestar con claridad para demostrar donde está parado. Maximiliano González, con 22 años, es un ejemplo de superación. A pesar que a los cinco años perdió la audición del oído derecho nunca dejó de luchar para practicar fútbol, su deporte favorito. Y tanto esfuerzo tuvo su premio: integrado el seleccionado de la Federación Argentina de Fútbol Silencioso que, a partir del 24 de julio, participará en los Juegos Olímpicos que se disputarán en Sofía, Bulgaria.
"Inglés no entiendo, pero seguro que tendremos una traductora que nos acompañará a todos lados", explicó el lateral derecho que juega en Fudep y que utiliza un audífono para comunicarse con el mundo.
- ¿Cómo fuiste convocado?
- En 2011, jugando para la Asociación Tucumana de Sordos, en el Campeonato Argentino de La Pampa. Tuve un buen nivel y clasificamos terceros. Ahí me descubrió el técnico de la Selección Pedro Escobar Alfonso. Al poco tiempo se comunicaron con el entrenador de Fudep, Hugo Romano, para que no me arriesgue en los partidos del campeonato de Primera B. Les permitió que entrene y que participe de algunos movimientos tácticos. Luego llegó la convocatoria y ahora me mato entrenando para jugar el torneo.
- Contanos tu vida...
-Tuve un problema y quedé totalmente sordo del oído derecho. A los ocho años me colocaron unos audífonos y en ese momento volví a nacer . Este aparatito me permite moverme en la vida y cada vez que me lo saco, siento un silencio muy profundo. No se pueden encontrar palabras para describirlo.
- ¿Cómo llegaste al fútbol?
- Mi papá habló con el "profe" Romano y el me abrió las puertas de Fudep. Hace 11 años que estoy en el club y puedo decir que el fútbol me dio todo. Romano, mis padres (Eduardo y Noemí) y mis hermanos (Guadalupe, Lautaro y Emanuel) me apoyaron siempre para que hiciera deportes. Ellos son responsables en gran parte de que hoy esté viviendo esta experiencia.
- ¿Fue fácil incorporarte a los torneos?
- Él que se encargó de todo es Romano. Él habló con los otros clubes para que me permitieran jugar como si fuera uno más. Ninguno hizo problemas y pude disputar encuentros como cualquier otro jugador. De todas maneras siempre hice deporte. En mi casa me alentaban para que lo hiciera. En Central Córdoba hice las formativas de básquet.
- Pero el sacrificio que hacés es grande...
- Y sí. Curso el tercer año de Educación Física en el Instituto Norte Argentino. Ingreso a las 7.30 y salgo a las 13.30. Por la tarde entreno. Los viernes viajo a Buenos Aires y regreso los lunes. Recibo una pensión de $ 1.400. Con eso me pago la cuota del instituto ($ 540) y lo que me queda lo utilizo para cubrir mis gastos.
- ¿Te alcanza?
- Y no. Me ayudan mi familia y mis amigos. Estoy gestionando un subsidio en la Caja Popular de Ahorros y espero que me salga.
- ¿Tenés chances de jugar en la Selección?
- Sí. Hoy soy titular. Dentro de muy pocos días estará la lista de los 23 jugadores que viajarán. Ya nos hicieron los pasaportes y todos los estudios médicos. La AFA se encargará de vestirnos.
- ¿Pueden salir campeones?
- El técnico permanentemente nos dice que tenemos condiciones para dar la vuelta olímpica. Creo que tenemos un buen nivel y estamos entre los mejores del mundo. Hay que jugar nada más. Los amistosos nos ayudaron mucho. Tenemos algo a nuestro favor: jugamos con el corazón.
- ¿Te considerás un ejemplo?
- No, para nada. Lo único que hice es jugar al deporte que tanto amo.
- ¿Que le dirías a los chicos con capacidades especiales?
- Que nunca se rindan. Lo mejor que pueden hacer es practicar cualquier tipo de deportes. Que lo pueden hacer sin ningún tipo de problemas. Y que no tengan miedo, que no tendrán ningún problema.