Escuchar una respuesta a su estado no es un dilema. Andrés Romero entiende lo que le pasa. No encuentra la solución. El mejor golfista de la historia de Tucumán es un ovillo de nervios. Perdió su eje, jura, y no sabe cómo, cuándo ni dónde. Quizás haya quedado en alguna cancha; quizás no. "Pigu" es un mar de tensión y no precisamente porque esté a siete torneos de perder la membresía en el circuito más poderoso del planeta, el PGA de Estados Unidos, sino porque extraña esa cabeza asesina que lo llevó a ganar en cuanto circuito se presentó.

A horas de quemar una de sus siete vidas, Romero abre el clóset de lo desconocido. Tiene un muerto en el placard, un misil mental, mejor dicho. Y está perdido. "Si te ponés a ver, hay muchos jugadores que no desaparecen, pero dejan de hacer ruido. Algunos vuelven, otros no. No sé cuál será mi caso", se sincera con una sonrisa que apenas revela sus blancos dientes.

Si "Pigu" fuera un vampiro, te diría: "perdí mis colmillos, mi sed por la sangre". El hombre no está acostumbrado a ser uno más del regimiento mediocridad. "No, claro que no, pero bueno. Creo que el tiempo que estuve en este grupo debe haberme gustado, porque no me voy, ja, ja, ja", desata una risotada con sinfonía de gancho el mentón.

Andrés se auto noquea. Pero así como cae por su propio peso promete levantarse: "Pego igual que siempre, la cabeza no funciona. No sé a qué se debe. Por eso decidí hablar con una psicóloga especializada en golf de Buenos Aires. Después habrá que ver si me ayuda o no. En realidad, lo que me va a ayudar es hacer menos bogeys, los birdies están, je".

Ante la falta de resultados positivos, la daga vuela al honor. ¿Perdiste la ferocidad característica de Andrés Romero? "No, sigo siendo igual. Antes tenía decisión, estaba decidido hacia dónde debía mandar la bocha antes de pegar. Ahora no. Dudo. Hubo momentos en que no sabía para dónde correr cuando me paraba frente a la pelota". La cabeza traiciona a quien alguna vez fue un loco de la guerra. "Soy una bola de nervios, me doy mucha manija. Me fui muy para el otro lado. Por eso me vine unos días a Tucumán. A desconectarme", reconoce el amigo, a horas ya de pegar su primer tiro en el Travelers Championship. "Tengo que dejar de pensar en las cosas que pueden salir mal. Si llegan, que lleguen". Su mensaje de despedida de Argentina marcó terreno: "Pigu" pude perder la categoría y caer al Web.com Tour, el segundo en cuanto a calidad. "Creo que este es el peor año de mi vida", agrega al pasar.

Andrés no llora a la carta, no. Andrés intenta reencontrarse con su destino. Retirarse no es una opción. "Si no jugo una semana al golf, me pego un tiro. Y si estoy en Tucumán y no juego, me pego dos, ja", la humorada tragicómica revuelve su estado. Revuelve temores jamas experimentados en un tipo al que el dinero le va y le viene. No lo necesita, tiene. Su honor está en peligro de extinción y eso lo atormenta. Entonces, repite la pista del sinceramiento. "Si pierdo la membresía, la pierdo. Pero si la pierdo quiero que sea conmigo intentando hacer las cosas bien. Sé que en cualquier momento se me va a dar", dice ya pasado al modo positivo "Pigu", un formato extraño, tanto como su lado analítico. "Nunca vas a pensar en algo si no lo pensás. Pero si te lo repiten constantemente, se te graba. Hay veces que me dicen que tengo que jugar bien tal torneo porque si no podría quedar afuera del PGA. Lo escucho, una, dos, tres veces y ya se me graba. Cuando estoy en juego, entra en foco. Lo malo se archiva y es difícil erradicarlo. Por eso, te repito, necesito ser yo mismo, el de siempre, dejar la duda de lado y borrar mi cabeza. Sé que el mejor 'Pigu' va a volver", promete, y pide confianza. Él tiene. Fin.

Casi que no le queda oxígeno en el PGA Tour, sin embargo, Andrés Romero suelta aire a discreción y suelta unos de esos chistes que alegran, pero que lastiman al protagonista por igual: "hay que mantener la cabeza ocupada y no pensar que el año que viene me puedo quedar tranquilo en Tucumán, ja, ja, ja".

Bueno, mientras estuvo de descanso en la provincia, "Pigu" terminó de darle forma a lo que será su primera torneo, del 21 al 26 de octubre. "La idea es que sea una verdadera fiesta, para el aficionado y la cantidad de sponsors que confirmaron que nos van a dar una mano". El formato de juego será así: miércoles y jueves jugarán una aficionado con profesional en equipo; viernes y sábado, la pelea por el título quedará entre los rentados. ¡Atención! Se jugará en las dos canchas del Jockey Club: la de Alpa Sumaj y la del country. Invitados, ¡de lujo! Gabriel Batistuta, Carlos Tevez, David Nalbandian, Ángel Cabrera y Adolfo Cambiaso, entre otros. "Espero puedan estar, se ilusionó Andrés.