TEHERÁN.- El clérigo moderado, Hassan Ruhani, consiguió lo que hasta hace un par de meses parecía inimaginable: el regreso de un reformista al poder en la República Islámica de Irán (ver Perfil). Tras ocho años de Mahmud Ahmadineyad en la Presidencia y el endurecimiento de los sectores religiosos más conservadores, nuevos aires soplarán tanto en la política exterior como en la interior del país, donde ya se vislumbran focos de tensión con el poderoso ayatollah Ali Jamenei.

El ministro del Interior, Mohamed Mostafa Najar, anunció que Ruhani venció en las elecciones con el 50,68% de los votos (18,6 millones), con lo cual quedó consagrado en primera vuelta y sin necesidad de balotaje. Se considera que su triunfo se debió, en parte, a la gran afluencia a las urnas, de alrededor del 72% del padrón de 50,5 millones de electores.

El conservador alcalde de Teherán, Mohamed Qalibaf, quedó en un muy lejano segundo lugar con el 16,54% de los votos (algo más de 6 millones). El candidato de Jamenei, Said Jalili (cabeza negociadora del programa nuclear), fue el gran derrotado, con el 11,4% de los sufragios. También eran postulantes presidenciales Mohsen Rezaei y Ali Akbar Velajati, implicados en el atentado realizado en 1994 en Buenos Aires contra la AMIA.

Promesas

"Estoy contento de que, finalmente, el sol de la racionalidad y la moderación esté brillando otra vez", afirmó el mandatario electo. Su lema electoral fue un llamado a la reconciliación y esperanza, y la promesa de tratar de sacar a Irán del aislamiento, con un replanteo del criticado plan atómico del que fue negociador entre 2003 y 2005; durante su gestión, se concretó la suspensión voluntaria de enriquecimiento de uranio.

Varias naciones occidentales consideran que el régimen teocrático islámico está impulsando el desarrollo oculto de armas nucleares. Por ello, se aplican fuertes sanciones internacionales.

Para los comicios, Ruhani contó con el apoyo de los expresidentes Mohamed Jatami y AliAkbarRafsanyani, y de muchos electores que querían enviar un mensaje claro a la cúpula gobernante para darle una oportunidad al juego democrático.

Ya en su primer discurso como candidato, Ruhani criticó duramente la política atómica de Ahmadineyad. Señaló que las negociaciones con Occidente no deberían llevar a su país a una crisis política y económica, ni a estar al borde de la guerra y sugirió la promulgación de una "carta de derechos civiles" para los ciudadanos iraníes.

La elección fue saludada como un paso positivo por Israel (cuyo premier, Benjamin Netanyahu, pidió "el fin del programa nuclear iraní y sus actividades terroristas en todo el mundo") y por Estados Unidos, que felicitó a los iraníes por su "coraje para moldear su futuro" a la hora de votar. (DPA-Télam-Reuters)