RECIFE, Brasil.- Hay millones de aficionados al fútbol a los que la espera de un año hasta el inicio del Mundial de Brasil 2014 se les hace demasiado larga. Para ellos, a partir de hoy, todo un mini-Mundial con el inicio de la Copa Confederaciones. "Ceo que España tiene el mejor equipo del momento; puede ganar los dos torneos", dijo "O Rei" Pelé horas antes de que Brasil, la selección con la que ganó tres títulos mundiales, abra el torneo ante Japón en Brasilia, quizás una de las ciudades menos futboleras del "país del fútbol".
Ese partido en el Estadio Nacional de la capital del país marcará 16 días de torneo con meta final el 30 de junio en el Maracaná. Remodelado, modernizado y reducido a menos de la mitad de su capacidad, en comparación con los 200.000 espectadores de la legendaria definición de 1950, el templo del fútbol brasileño sigue disparando todos los sueños. Incluso el de Tahití, insólito participante, que el jueves que viene pisará ese escenario mítico para medirse a España, reina mundial y europea, en uno de los duelos más asimétricos que puede haber.
Más allá de la inesperada presencia de los polinesios, ganadores de la Copa de Oceanía, la Copa Confederaciones es la más fuerte de la historia: Brasil, Japón, Italia y México comparten el Grupo A, y España, Uruguay, Nigeria y Tahití están en el B. "No es un ensayo general, es un gran torneo en sí mismo", insiste en decir el presidente de la FIFA, Joseph Blatter.
Con 12 títulos mundiales acumulados -cinco de Brasil, cuatro de Italia, dos de Uruguay y uno de España-, la Copa Confederaciones es un gran torneo en sí mismo, ya que los mejores equipos llevan a todas sus estrellas. Pero también es un verdadero ensayo general para un Mundial que del 12 de junio al 13 de julio de 2014 ofrecerá fuertes dificultades logísticas.
Aeropuertos, rutas, comunicaciones telefónicas: todo está a medias en ese gigante emergente que es Brasil. La meta es llegar a tiempo al Mundial, pero con líneas telefónicas que muchas veces no responden, rutas en mal estado y aeropuertos, como el de San Pablo o Río que remiten a los años 70, la impresión es: hay mucho por hacer.
Una vez que empiece el show, sin embargo, Brasil ofrecerá una gran imagen al mundo, que seguirá los partidos por TV y, se sabe, en la TV todo suele verse mucho mejor que en la realidad. Mañana ofrecerá ya un gran partido, un duelo entre España y Uruguay, cada una con sus urgencias.
Mientras Uruguay sufre en las Eliminatorias para un Mundial en el que por historia sería toda una paradoja que no estuviera, España, confiada, se permite el lujo de dudar si le conviene un "9" puro.
"Posiblemente por culpa nuestra no hemos encontrado ese delantero que nos gustase del todo", dijo el técnico español, Vicente del Bosque, que suele ser muy discreto en sus comentarios. Esta vez hizo una excepción. "Ha tenido oportunidades Negredo, Torres, Soldado, Villa... y tampoco nos ha ilusionado del todo. Si tuviésemos un delantero centro en condiciones...", añadió, dejando así abierta la decisión.
También tiene que tomar decisiones Cesare Prandelli, el DT de una Italia que viene de empatar con República Checa por las eliminatorias y con Haití (amistoso). "Hay un poco de preocupación, pero cuento con la motivación de un grupo que este año dio mucho", admitió Prandelli, mientras Mario Balotelli, polémica estrella, prometió un paso dulce por Brasil. "Profesionalidad, humildad y compromiso", escribió en @FinallyMario, su cuenta de Twitter.
"Me corresponde a mí y a mis compañeros conducir Brasil al título", dice Neymar, que muestra una calma llamativa a sus 21 años. "No le doy pelota a las cosas, sigo siempre igual, independientemente de las críticas o de los elogios". Aunque eso no le impida soñar. "Si fuera posible, me encantaría jugar contra España la final". (DPA)