Son las situaciones límite las que ponen a prueba la templanza, la solidaridad, la fuerza y el amor de las personas. En esas circunstancias se descubren potencialidades escondidas, actos de generosidad impensados que surgen como consecuencia del deseo de vivir, tanto del propio como del prójimo. Hay acciones que están al alcance de la mano y que pueden salvar vidas, como dar sangre, pero por distintas razones no las realizamos. Se celebra hoy el Día Mundial del Donante de Sangre, fecha instituida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para recordar el aniversario del nacimiento del doctor Karl Landsteiner, un patólogo de origen austríaco que desarrolló el sistema de clasificación de grupos sanguíneos ABO, labor que le valió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1930.

La fecha busca también reconocer a los millones de personas que, al donar sangre, salvan vidas y mejoran la salud del prójimo y de promover esta acción solidaria especialmente entre los jóvenes. De los 80 países del mundo con un bajo índice de donaciones de sangre (menos de 10 donaciones por cada 1.000 personas), 79 son naciones en desarrollo.

En nuestro país, de acuerdo con el estudio divulgado por el Consejo Publicitario Argentino y TNS Argentina, uno de cada 10 connacionales dona sangre regularmente. Indica que como sucedió en 2008, el 38% de la población dijo haber donado sangre alguna vez, mientras que el 62% afirmó no haberlo hecho nunca. Entre los que donaron alguna vez (38%), un 17% dijo que lo hace habitualmente (es decir, el 7% de la población total) y un 81% admitió haberlo hecho de manera dirigida y en alguna ocasión puntual, para ayudar a alguien de su círculo más cercano. Al analizar la donación de sangre al interior de los segmentos sociodemográficos, se observó que crece significativamente entre los hombres: el 48% de los varones dijo haber donado sangre al menos una vez contra un 29% de las mujeres. En síntesis y a nivel nacional, el relevamiento indicó que el 7% de los argentinos son donantes regulares y voluntarios; el 31% son donantes dirigidos; y el 62% son no donantes. Estas cifras se mantienen desde la última medición, cinco años atrás.

La Organización Panamericana de la Salud informó que en América Latina y el Caribe sólo el 41% de las donaciones de sangre provienen de donantes voluntarios. En Tucumán, ese porcentaje se reduce al 10% y al igual que sucede a nivel nacional, una de cada diez personas dona sangre desinteresadamente para un familiar o conocido. Suelen necesitar transfusiones las mujeres con complicaciones obstétricas; personas con anemia grave o con traumatismos serios ocasionados por accidentes o personas que deben ser operadas. También requieren sangre los pacientes con talasemia o drepanocitosis, y se la emplea en la elaboración de factores de coagulación para los hemofílicos. Según la Fundación Favaloro, se indica que si en la Argentina una de cada 25 personas donara sangre, por lo menos, una vez al año estarían cubiertos los requerimientos transfusionales del país.

Si en cinco años no se ha avanzado en el país y en Tucumán, significa que algo no se está haciendo correctamente. Si se inculcara en los ciclos educativos sobre la importancia de donar sangre, es posible que no fueran necesarias campañas para que voluntariamente los ciudadanos brindaran gotas de vida a quienes las requieren.