Fueron tres años de trabajo que incluyeron viajes a Nueva York, a Chile, a París, a Río de Janeiro, a Tucumán; la revisión de horas incontables de material fílmico y fotográfico, y entrevistas a Milton Nascimento, a Charly García, a Julio Bocca, a Cacho y Chichí Sosa... El resultado fue un documental que muestra a la "Negra" tal como fue: una mujer íntima, humana, cálida. Rodrigo Vila, director de "Mercedes Sosa, la voz de Latinoamérica" (se estrenó en Tucumán el jueves pasado), aseguró que retratar la vida de la cantora tucumana (con más de 50 años de carrera) fue un desafío enorme pero, al mismo tiempo, hermoso.

- ¿Su muerte disparó la idea?

- Yo había tenido la suerte de trabajar con Mercedes y con Fabián (Matus, su hijo y productor) en la filmación del documental de "Cantora, un viaje íntimo", que terminó siendo su último disco; nosotros hicimos el detrás de escena. Lamentablemente, a los dos meses falleció. A partir de eso, Fabián me convocó con la idea de hacer una película que no sólo retratara su vida, sino también el legado. Él tenía cierto temor de que sea olvidada; le dije: "a esa sensación la tenés vos porque sos el hijo, pero no será olvidada, al contrario". Empezamos un trabajo exhaustivo, muy hermoso, pero con una responsabilidad enorme porque retratar la vida de Mercedes Sosa es una tarea bastante compleja: más de 50 años de carrera, más de 800 canciones grabadas, vínculos con artistas argentinos y latinoamericanos increíbles, y con estrellas como Shakira o Luciano Pavarotti... De hecho, nos llevó tres años.

- ¿Cuál es el momento más emotivo?

- Hay muchos. Pienso que las reflexiones de todos sus amigos, familiares y artistas. Notamos que en cada entrevista siempre había un momento en que alguien se quebraba y eso, sin caer en el golpe bajo, es muy fuerte. Porque permite ver que todavía queda una herida abierta en cuanto a la ausencia de Mercedes. Es una ausencia que va más allá de la artista, porque a la artista se la puede seguir escuchando. Esto es algo más espiritual, un espacio vacío importante, el de la voz de muchos que no tienen voz. Y eso se refleja en el documental. Incluso nosotros hemos llorado en la filmación detrás de cámara; eran momentos muy fuertes.

- Varias partes del documental se desarrollan en Tucumán...

- Sí, por ejemplo, las entrevistas que hace Fabián a sus tíos. En realidad, más que una entrevista es un diálogo. Están en el fondo de la casa de Cacho alrededor de una mesa que está tal cual estaba hace dos décadas. También está Chichí, el otro hermano, hay unas empanadas y vino. Es un diálogo muy lindo en el que uno ve la esencia de la verdadera raíz de Mercedes. Porque cuando se ve a los hermanos y al hijo se entiende cómo era ella. Otro capítulo muy importante y poco conocido es su relación con el cerro San Javier, que fue muy mística. Ella iba a buscar energía positiva para sentirse mejor y el cerro la ayudaba a tomar decisiones. Decía: "yo no voy a rezar al cerro: me siento y siento la energía". Y después está su relación con Tucumán reflejada en el archivo fotográfico de cuando era chica. Se ve el parque 9 de Julio, que era su segundo hogar, porque vivía a una cuadra.

- ¿Qué implica que los hayan invitado al Festival Internacional de la Industria del Documental de Amsterdam?

- Es como el festival de Cannes de los documentales. Tiene más de 20 años y es el referente internacional del género. Nos propusieron hacer el estreno mundial de la obra en una de sus salas principales y con músicos invitados, que obviamente aceptamos. Pero lo único que les pedimos es que nos dejaran mostrarlo en Latinoamérica primero. Por eso aceptamos antes la invitación al Festival de Panamá. Y antes de ir a Holanda estaremos en Río de Janeiro.