Desde hace un tiempo atrás, más precisamente los dos últimos veranos, la falta de agua en muchas zonas agrícolas ganaderas del país hizo sentir sus efectos y, por ende, también se reflejó en la notoria falta de agua en ríos y reservas artificiales y naturales. Tan es así que las noticias sobre los problemas ocasionados fueron titulares en muchos diarios del país y de otros medios de difusión.
Entre esos miles, se leyó: "Sequía: afirman que es la peor de los últimos 75 años en Santiago del Estero"; "La sequía golpea duramente a Río Negro"; "Por la sequía habrá un 10% menos de azúcar en Ledesma"; "Por la sequía, Chaco perdió gran parte de la producción agrícola"; "La sequía sigue golpeando duro al sector ganadero riojano"; "Histórica sequía en Salta, en donde las industrias y negocios también sufren la crisis"; "Sequía: las pérdidas en la producción agropecuaria del norte de Salta son casi totales"; "El gobierno salteño otorgará créditos por la sequía"; "La pérdida de soja en Tucumán fue del 57% en comparación con las buenas campañas que tuvieron lluvias suficientes"; "Por la sequía, si el productor tucumano se descuida, las pérdidas de cosecha pueden llevarse el margen bruto de la empresa". "El agua es vital, pero está mal conservada. Faltan las grandes obras de infraestructura que fueron anunciadas, pero no realizadas". Informaciones como estas estuvieron en todos los medios de las regiones afectadas y de acuerdo a lo que se pudo leer, sólo se tomaron -o tomarán- medidas paliativas para atenuar los efectos de la prolongada seca. Lo cierto es que el panorama actual del sector agropecuario en las áreas afectadas del país sufre por el futuro inmediato, ya que las pérdidas dejaron a la mayoría de los hombres de campo sin capacidad de financiación.
A esta situación se sumaron la nula rentabilidad y las pérdidas que la sequía trae aparejado, golpeando duramente la calidad de vida de los productores. Existen perdidas de cultivos de diferentes tipos como soja, sorgo, maíz, girasol, caña de azúcar y pasturas, además de la pérdida de animales muertos, crías malogradas, diferentes productos obtenidos de los animales y cuantiosos daños irreparables en genética. Lo cierto es que hoy la situación es crítica y todavía no se hizo nada como para ir acomodándose a lo que puede venir en el futuro.
Muchos expertos en climatología afirman que esta falta de agua no sería temporal, sino que puede darse un ciclo más o menos largo. Esto solo debe ser una premisa para prepararse para lo que puede llegar a venir -esperamos que no sea así-, pero urge tomar medidas y delinear políticas que ayuden al sector productivo a afrontar lo que nadie quiere que suceda: una drástica falta de agua para la agricultura, la ganadería, las industrias y mas preocupante aún, para el consumo humano.
"Oro en polvo"
El Estado provincial y el nacional deben tener la certeza de que esto puede suceder. En el NOA van dos campañas completas y se avanza todavía con una sequía invernal, ya que no llovió lo que se esperaba para abril y mayo, y así cambiar el rumbo y buscar la manera de enfrentar la falta del líquido elemento.
El agua dulce es, como dicen algunos, oro en polvo, sobre todo en estas épocas que nos toca vivir, y es un recurso importante para la vida.
Las lluvias o nevadas permanentes o estacionales, los ríos o lagos de montaña o el agua subterránea son las más comunes formas de conseguir el agua necesaria, pero está en nosotros en saber administrarla y usarla aprovechando las obras como diques embalses, diques niveladores, tomas de río, represas o pozos.
Ejemplos sobre inversiones y políticas de producción diferenciada para regiones marginales existen en diversas partes del mundo, y sería muy provechoso aunque sea copiarlas.
Pero la realidad es que en nuestro país y en la región existen proyectos viables que solo deben ser aprobados y poner en marcha la maquinaria para buscar la financiación necesaria -que existe- por parte de las autoridades de turno.
Las lluvias suficientes para poder afrontar las necesidades hídricas de cultivos, industrias y personas desde hace dos años son insuficientes y la poca agua que corre por nuestros ríos es escasa, pero el agua pasa y no hacemos nada por aprovecharla.
El líquido elemento ya no alcanza para todas las necesidades y si el clima sigue sin variaciones importantes, el agua será cada vez más escasa.
Proyectos como Potrero de las Tablas y del que alguna vez se impulso como Potrero del Clavillo siguen dormidos. A ellos se suma un listado de proyectos menores de obras de infraestructura de riego en iguales condiciones.
Hoy sólo vemos pasar el agua, pero cuando realmente no haya suficiente en las canillas será tarde para lamentarnos. Es importante que en lo inmediato se tomen las riendas del problema y se reactiven los proyectos importantes, para no enfrentarnos con un futuro incierto en el muy corto plazo.