Con cierta frecuencia suele afirmarse que el planeta es nuestra casa. Se supone, por lo tanto, que deberíamos esmerarnos en cuidarla, en mantenerla en buen estado para que los herederos puedan seguir viviendo en ella, incluso con la posibilidad de mejorarla. Un razonamiento lógico así lo indicaría; sin embargo, no sucede así con el hombre que es el único mamífero capaz de destruir la naturaleza para su propio beneficio. Se celebró ayer el Día Mundial del Medio Ambiente, fecha instituida por la Organización de las Naciones Unidas en Estocolmo el 5 de junio de 1972.

En el último siglo, el hombre viene realizando diversas acciones que afectan el medio ambiente. Por ejemplo, el crecimiento de las grandes ciudades y sus automóviles genera la polución que afecta a la atmósfera; las grandes industrias producen desechos que luego contaminan las aguas y matan especies animales; los detergentes también arruinan las napas del suelo; las fumigaciones que protegen las cosechas de plagas a veces son las responsables de una ruptura en el equilibrio ecológico del suelo; los aerosoles -hasta los más inofensivos- aportan a la contaminación del aire; y todo ello sin contar las actividades criminales del hombre cuando ataca al medio ambiente con la tala indiscriminada de bosques o la caza de animales.

En nuestra edición del domingo, un doctor en Ciencias Biológicas y otro en Ciencias Meteorológicas advirtieron sobre un largo período de escasez de lluvias que afectará a Tucumán, como consecuencia del fenómeno "La Niña" y del aumento de las temperaturas por efecto del calentamiento global. Señalaron el riesgo que se corre si no se comienza a educar para racionalizar el agua y si no se encaran las obras necesarias para cuidar lo que tenemos. Alarmados, dijeron que el uso del agua en grandes ciudades como Nueva York o Tokio, es de 200 litros diarios por persona, mientras que en Tucumán el consumo llega a los 400 litros.

Advirtieron que si no se reacciona a tiempo, puede suceder que produzca una mayor disminución de los cauces de ríos y arroyos, que se afecte la recarga de los acuíferos; que se incremente la mortandad de peces y se contamine aún más la atmósfera, como consecuencia de la falta de lluvias. Esta a su vez afectará los cultivos; la posibilidad de incendios en bosques aumentará y cambiarían las condiciones bioclimáticas: la combinación de temperaturas altas y baja disponibilidad de agua generaría altos niveles de estrés en las personas.

Ayer, ante unas 80.000 personas en la plaza de San Pedro, el papa Francisco se refirió también a la fecha. Destacó la necesidad de cuidar la naturaleza y terminar con el derroche y la destrucción de alimentos. "Estamos viviendo un momento de crisis, lo vemos en el ambiente, pero sobre todo en el hombre. El ser humano está en peligro y el peligro es grave porque la causa del problema no es superficial, sino profunda, no es sólo una cuestión de economía, sino de ética y de antropología", afirmó.

Si bien educación es siempre el punto de partida, debe estar acompañada por acciones concretas y por una política de Estado que sea interdisciplinaria e integral. Se debería comenzar tal vez por asumir el problema con la seriedad del caso y fijarse plazos para generar los cambios necesarios, pensando a conciencia que si los tucumanos no cuidamos nuestra tierra ahora, condicionaremos probablemente el futuro de las próximas generaciones.