ESTAMBUL.- Por tercer día consecutivo miles de jóvenes turcos volvieron a tomar la plaza de Taksim, en el centro de Estambul, para reclamar la renuncia del primer ministro del país, el conservador Recep Tayyip Erdogan. La protesta transcurrió ayer de forma pacífica, después de que la Policía se retiró el sábado.

Miles de manifestantes marcharon por la tarde por la calle Istikal portando banderas y exigiendo la dimisión del gobierno islamita, en un ambiente tenso tras las fuertes cargas policiales contra los manifestantes que se agudizaron desde la noche del viernes y que vivieron su punto álgido en la tarde del sábado, convirtiendo la zona en torno a Taksim en una auténtica nube de gas lacrimógeno y humo negro. La Policía detuvo a 939 personas en más de 90 manifestaciones en todo el país.

Sin embargo, en la capital, Ankara, se produjeron enfrentamientos con policías, que respondieron con gases lacrimógenos y cañones de agua. Si bien la protesta inicial se dirigía contra un proyecto inmobiliario en el parque Gazi, ahora los manifestantes piden también la dimisión de Erdogan, al que acusan de gobernar de forma autoritaria.

El primer ministro, que en un primer momento reconoció que la policía actuó con excesiva dureza, rechazó ayer las acusaciones de autoritarismo y aseguró que no se doblegará ante las protestas opositoras.

Además del gobierno, los manifestantes criticaron estos días la falta de información sobre las protestas por parte de los medios de comunicación turcos, a lo que calificaron de "censura".

Sin embargo, el canal de noticias árabe Al Yazira conectó en directo con la plaza Taksim, algo que ya hizo durante la primavera árabe en Túnez y Egipto, mientras los canales locales de esos países evitaban mostrar imágenes de las protestas.

La fuerte respuesta policial de los días pasados a las protestas despertaron la preocupación de EEUU y la Unión Europea. En Alemania, con una importante inmigración turca, unas 600 personas se manifestaron ayer de forma pacífica ante la embajada de Turquía en Berlín. El sábado, 1.600 personas marcharon en el barrio turco de la capital alemana, Kreuzberg.

Ayer, en la plaza tomada y en medio de banderas turcas, imágenes del fundador de la república, Mustafá Kemal Atatürk, y barricadas, algunos jóvenes voluntarios se esforzaban por recoger la basura que inunda los alrededores, tras una noche de celebraciones que se extendieron por toda la ciudad tras la retirada de la Policía. (DPA-Reuters)

Responsabiliza a los "matones"
Erdogan reconoció errores en la actuación y que fue demasiado dura la contundencia empleada por la Policía durante las manifestaciones en el país. Sin embargo, insistió en que no dará marcha atrás con los planes urbanísticos en el centro de Estambul, acusó a la oposición de ser responsable de las protestas contra su Gobierno islamita y conservador, y calificó de "matones" a los manifestantes.

"No podemos quedarnos mirando cuando algunos agresores en la plaza de Taksim provocan al pueblo", advirtió el primer ministro en un discurso que distó mucho de la moderación y conciliación pedida el sábado por el presidente de Turquía, Abdullah Gul.

"¿Quién pagará por las vidrieras rotas? ¿Qué tiene que ver esto con la democracia y la lucha por los derechos?", se preguntó Erdogán, golpeado en estos momentos por uno de los mayores movimientos de protesta registrados en Turquía en una década.

La oposición consideró que las palabras del primer ministro son incendiarias, y Ilhan Cihaner, influyente diputado del opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP), señaló que Erdogan echó gasolina al fuego.

"Justo cuando la gente empieza a calmarse, sus declaraciones vuelven a provocar rabia", afirmó ayer Cihaner. (Reuter-DPA)