Por Lourdes del Forno - Licenciada en psicología.

Está claro que nuestro cuerpo habla por nosotros, delata desde lo que comemos hasta lo que no decimos. Si consideramos que las enfermedades psicosomáticas traducen algo que inconscientemente no somos capaces de reconocer ni de comunicar, entonces el tatuaje sería un mensaje en nuestro cuerpo, pero de una manera un poco más consciente y explícita. 

Si tenemos en cuenta lo individual e irrepetible del ser humano no podemos dar una respuesta general a la pregunta de porqué alguien decide tatuarse. Esa respuesta solo tiene sentido en función de una historia personal y en relación a la imagen que se desea mostrar en ese tatuaje, porque aunque sea en un lugar muy íntimo y oculto, lo mismo será un mensaje a un "otro" que aún en el fuero más privado de nuestra vida se convertirá en nuestro testigo indiscreto de esa marca. 

La piel es el órgano más grande de nuestro organismo y el que directamente nos relaciona con el entorno, o sea, es el órgano más sociable que tenemos por lo cual no es un dato menor que decidamos inscribir allí un mensaje. Lo que está en juego es cuán conscientes somos de ese mensaje y cuán premeditado lo tenemos. 

Es cierto que hoy en día existen técnicas que garantizan la "casi" eliminación de esa marca. 

Al arrepentirnos de un tatuaje lo más saludable sería no vivirlo como una condena perpetua de un pecado cometido en un rapto de impulsividad, sino tomarlo como la evidencia más nítida de que transcurrimos ya un camino, y que en ese camino nos atrevimos a jugarnos y a apostar por los sentimientos, ideales y creencias que abrazamos fuertemente en algún momento, pero que debido a nuestra propia naturaleza de seres humanos en permanente cambio y evolución tenemos el don de cambiar de parecer y modificar nuestras ideas. 

No cometamos el error de creer que en materia de ideales y sentimientos lo correcto es lo inmutable, lo permanente, lo inmodificable. Lo correcto es aquello que uno siente que le hace bien y ese bienestar a lo largo de la vida va dependiendo de innumerables factores que mutan todo el tiempo. 

Es por esto que si no podemos eliminarnos un tatuaje, o no estamos seguros de hacerlo, no debemos atormentarnos (ni dejar que el otro nos atormente) por una marca en la piel dibujada tiempo atrás, sino llevarla con orgullo como la prueba de una vida pasada donde uno se animó a ser tan fiel que fue capaz de firmar un contrato en el papel más valioso que puede existir : la propia piel.



TENÉ EN CUENTA

- El 60% se arrepiente.- Según la Unidad de Dermatología de la Clínica Ruber, de Madrid, el 60% de las personas que se realiza un tatuaje se arrepiente a los cinco años de habérselo hecho.

- Por impulso.- El principal motivo del arrepentimiento es haberse hecho el tatuaje por impulso. "Cuando veo que eligen en el momento el diseño del tatuaje, les digo 'no, pensalo bien'. Además no tatuamos a los menores de 18 años si no vienen con los padres", aclara Sebastián Dip, dueño de un local de tatuajes.

- Los colores.- El negro y el azul oscuro absorben bien la longitud de la onda de la luz del láser, pero el amarillo, el naranja y el verde son más difíciles de quitar.