En la canción de Luis Alberto Spinetta, el capitán Beto viaja al cosmos en una nave hecha de fibra, decorada con una foto de Gardel y un banderín de River Plate. "Su equipo es tan precario como su destino", dice la letra escrita en 1976 y, aún así, Beto logró estar 15 años de viaje por el espacio.
En 1976, otro argentino, Emiliano Kargieman, acababa de nacer. Todavía no soñaba con ser astronauta, ni bombero, ni matemático, ni filósofo. Tampoco sus padres se imaginaban que sería el chico travieso que desarmaba juguetes y teléfonos públicos para encontrarles nuevas funciones a sus componentes. A hackearlos, con todas las letras, pero en el mejor sentido de la palabra. Eso vendría varios años después.
Kargieman es uno de los responsables de que la Argentina haya enviado al espacio su primer nano satélite. No es que esté hecho de componentes nanotecnológicos, sino algo mucho más cercano y curioso: el corazón y los huesos de "El Capitán Beto", como apodaron al CubeBug-1, han sido construidos con componentes tan simples y accesibles como los que hay dentro de un teléfono celular, una cámara de fotos o una PC de escritorio. Y así como hoy se habla de democratizar la Justicia, democratizar los medios de comunicación y democratizar la cultura, él habla de democratizar el espacio, de que salir de la Tierra (física o virtualmente) no sea monopolio de ninguna agencia internacional, sino que esté a disposición de quien quiera hacerlo. Suena tan loco como la nave de fibra de la canción, pero es real: El Capitán Beto ya va por el espacio y está enviando información a la que cualquier radioaficionado puede acceder. También se puede seguir su derrotero vía Twitter (@CubeBug1)
Años luz de diferencia
En 2011, Kargieman brindó una charla en el TEDxRíodelaPlata. Allí sintetizó su forma de pensar: "si la industria espacial hubiera seguido el camino que la industria informática, ya tendríamos que haber conquistado el sol y algunas galaxias", afirmó y dijo que cualquier propietario de un smartphone tenía en su bolsillo más capacidad de cómputo que muchos de los satélites que andan dando vueltas por el espacio y que son fundamentales para la vida moderna.
¿Cuál fue entonces la diferencia, el motivo por el cual una creció tanto y la otra tan poco? Para este matemático de 37 años, la respuesta está en la apropiación de la tecnología: personajes como Steve Jobs (fundador de Apple) y Bill Gates (Microsoft), consiguieron que la informática llegase a cada hogar y luego a cada bolsillo. Los avances fueron asombrosos, mientras que la industria espacial se quedó años luz atrás.
"Hoy la industria del espacio está lista para que esto mismo suceda, para que un grupo de gente pueda llevar la tecnología del espacio a manos de todo el mundo", sostiene Kagierman, y es por eso que habla de "Hackear el espacio", llevar el espacio a manos de muchas más personas. Así se llama la charla que brindará hoy, a las 11, en el Salón de Actos del Instituto Técnico (General Paz 920). Y el subtítulo es todavía más vendedor "¿puede Tucumán desarrollar tecnología espacial?".
"Definitivamente sí. De poder, puede. El potencial está y a eso apuntan nuestros desarrollos: a que cualquier laboratorio, centro universitario e incluso un colegio secundario pueda fabricar un satélite y mandarlo al espacio", responde Kagierman en una entrevista con LA GACETA.
Tanto el hardware como el software de El Capitán Beto y también de Manolito (el próximo nanosatélite de Satellogic, la empresa que preside Kargieman, que se enviará al espacio a partir de julio) son de plataforma abierta: todos sus planos estarán disponibles para que cualquier travieso pueda construirlos y lanzarlos. Lo primero es cada vez más fácil; lo segundo... está por verse.
¿Pero que pasaría si a todos se nos ocurriera lanzar un satélite al espacio? ¿Habría lugar para todos? "La capacidad no es infinita -explica el experto- pero lo que hay es todavía muy poco en relación al volumen que podría haber. Actualmente hay unos 20.000 objetos orbitando la tierra, de los cuales unos 1.500 están activos", explica.
Según Kargieman, hay quienes proponen una suerte de "código de tránsito" para regular el espacio. Si sus objetivos cuajan, esta normativa será imprescindible: los nanosatélites pueden financiarse con entre 10.000 a 20.000 dólares, muy lejos de los 50 a 500 millones de dólares que cuesta fabricar un satélite tradicional, por lo que el interés de crearlos se multiplicará.
Hablando de costos
Los satélites que proponen los nuevos desarrolladores como Kagierman están equipados con tecnología de muy bajo costo. Lo que aún queda pendiente es la cuestión del lanzamiento: "actualmente hay ocho o nueve países con capacidad de levantar satélites al espacio. Los costos de envío se calculan por peso: alrededor de u$s 15.000 por kilo y también se computa el volumen. Es por eso que los nanosatélites reducen drásticamente el costo de puesta en órbita. Obviamente me gustaría que bajen esos precios, pero una estrategia es hacer satélites más pequeños y livianos. En eso estamos".
Uno de los sueños de Kagierman es ver a nuestros hijos durmiendo en las estrellas. Es más, si se pone optimista, piensa que nosotros mismos podremos "salir de la tierra" con nuestro cuerpo, mente y alma. "El desarrollo de la tecnología espacial va a permitir salir fuera de la tierra en vehículos que orbiten la tierra, me gusta pensar que es así... nos doy unos cuarenta años", desafía. Esperemos que, cuando llegue ese momento, no terminemos como el Beto de Spinetta: extrañando los mates amargos y sin poder escapar de la tristeza.
Dos kilos, poca plata y mucho coraje
"El Capitán Beto" es el sobrenombre de CubeBug-1, un satélite que pesa apenas dos kilos y que ocupa menos espacio que una caja de zapatos. Fue lanzado al espacio el 26 de abril desde China utilizando el cohete LongMarch 2D. Al alcanzar los 650 km, el satélite desplegó sus antenas y comenzó a orbitar la tierra mientras el equipo que dirige Emiliano Kargieman seguía sus pasos desde el Radio Club Bariloche. En esa ciudad está instalada la empresa Satellogic, capitaneada por Kargieman, responsable del armado de este primer nanosatélite argentino. El proyecto fue financiado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y también obtuvo la colaboración de Invap, sociedad del Estado dedicada a la producción de alta tecnología. En 2011 comenzaron los diseños y en 2012 se armaron los primeros prototipos de Capitán Beto.
El objetivo de las investigaciones de Satellogic es poder fabricar satélites 1.000 o 10.000 veces más baratos que los tradicionales. Actualmente, la empresa está trabajando en el lanzamiento del nanosatélite "Manolito", a partir de julio.
Kagierman empezó y nunca terminó sus estudios en Matemáticas y Filosofía en la UBA. Se acercó a la industria espacial en 2010, luego de una temporada en el parque de tecnología de NASA Ames, en California.
FRAGMENTO
"El anillo del capitán beto" (1976)
Ahí va el Capitán Beto por el espacio, con su nave de fibra hecha en Haedo.
Ayer colectivero, hoy amo entre los amos del aire.
Ahí va el Capitán Beto por el espacio, la foto de Carlitos sobre el comando y un banderín de River Plate
y la triste estampita de un santo.
¿Dónde está el lugar al que todos llaman cielo? Si nadie viene hasta aquí a cebarme unos amargos como en mi viejo umbral ¿Por qué habré venido hasta aquí, si no puedo más de soledad? Ya no puedo más de soledad.
Luis Alberto Spinetta