En 1927, el doctor Juan B. Terán (1880-1938) editó uno de sus grandes ensayos sobre el continente: "El nacimiento de la América Española". Es un tomo de 338 páginas, que fue recibido con enorme interés por los estudiosos. Buena parte de su material había sido publicado como artículos en el diario "La Prensa".
Vale la pena entresacar, del prólogo, los conceptos del ilustre tucumano sobre su obra. La consideraba "un programa, una síntesis, cada uno de cuyos términos es susceptible de convertirse, sin gran esfuerzo, a su vez, en otro libro". Quería dar un panorama: "la amplitud de la materia en un solo golpe de vista". Quería mostrar la estructura y no el color. Como si "tuviera urgencia de decir la verdad que cree haber encontrado, no a fuerza de rebuscar, sino de pensar".
El libro no utilizaba la opinión de los historiadores modernos, y se atenía exclusivamente a los documentos. Entendía que esto, además de otras ventajas, tenía la de "convalecer las deficiencias del historiador en el contacto directo con las fuentes". Añadía que en eso había encontrado, "aparte de satisfacer una regla de disciplina, un motivo de placer estético"; porque "solamente la extrema ingenuidad iguala en seducción al arte refinado. El cronista Techo encanta como Oscar Wilde: la belleza no está en el medio, como la verdad, sino en los extremos".
Terán afirmaba que este libro era fruto de largos estudios, y que en su transcurso había considerado pasajera "cualquier faena que los interrumpiera, y aunque fuera -y lo era casi siempre- más ruidosa o más amable. Y siéndola, andaba urgido por abandonarla para volver al silencio de la meditación".