BUENOS AIRES.- Como cada superclásico, el de hoy también tiene todos los condimentos. A las 16.30 es la hora señalada para que Boca reciba a River en La Bombonera, ese lugar del que hace nueve años el "millonario" no logra irse feliz.
Sí, para encontrar un triunfo en suelo "xeneize" en River deben revisar varias páginas. Hasta la que indique "16 de mayo de 2004", cuando por Fernando Cavenaghi dejaron La Ribera con mucho más que tres puntos en la bolsa. Es que ganar el derby, uno de los más importantes del planeta, vale muchísimo, tanto que no tiene precio.
La alegría por enterrar al primo no se negocia. En Boca lo saben y van por un triunfo a pesar de que la pelea por el campeonato esté perdida desde hace rato. En este Final los "xeneizes" sufrieron seguido siendo anfitriones, por lo que buscarán cortar una racha maldita Entonces ¿Por qué no repetir la última presentación recibiendo a River? Se preguntan. Para hoy la memoria de los boquenses enaltece el 2-0 con el que su equipo anticipó el descenso del "millo", el 15 de mayo de 2011.
¿Qué sucedió? Los hinchas fueron testigos del último grito de Martín Palermo ante los de Núñez y del blooper de Juan Pablo Carrizo, que terminó metiendo la bocha dentro de su propio arco. Después de ese día, los primos se enfrentaron en amistosos, y el último oficial fue el año pasado, 2-2 en el Monumental, con gol de Boca, sobre la hora. Con Carlos Bianchi en un banco y Ramón Díaz en el otro, el súper se enciende al máximo. Pasaron nueve años, contando sus dos ciclos anteriores, desde que el "Virrey" dirigió al "xeneize" contra "la banda". Y tiene un saldo altamente positivo: cuatro victorias (dos por el torneo local y dos por Copa Libertadores), dos empates y apenas una derrota, en 2004 (por aquel gol del "Torito"). Con el "Pelado" se cruzarán de manera oficial tras más de una década ¿La última vez?: 1-1, Apertura 2001, en River. Con semejante previa, el único que se animo a dar su pálpito fue Daniel Passarella. "Gana River 2 a 1", dijo el presidente "millonario". ¿En Boca? Ninguno. La onda simplemente es evitar que el pronóstico del "Kaiser" se cumpla, y claro: que la alegría sea propia. (Especial)