Por motivos turísticos y para simplificar, el Reino de los Países Bajos adoptó la denominación de sus dos provincias más poderosas: Holanda del Norte y del Sur. Las otras diez demarcaciones administrativas aceptaron la solución sin chistar: después de todo, lo que beneficia a Amsterdam (norte) y a Rotterdam (sur) vale para el resto de un territorio más pequeño que la provincia de Jujuy.
Además de altos y delgados, los holandeses se destacan por su fidelidad a los derechos humanos (impusieron esa bandera en el Mundial del dictador Jorge Rafael Videla) y por la lucha sin tregua contra el avance del mar. El pueblo que hoy estrenará nuevos reyes anda en bicicleta, ama el fútbol, representa a la patria con el naranja y cultiva los tulipanes más bellos del planeta. La Holanda de Máxima Zorreguieta combina la tolerancia a la diversidad con el respeto por tradiciones inmemoriales como el "amigo invisible" del 5 de diciembre, día de Sinterklaas. Pero todos esos símbolos y cualidades son sólo clichés de una nación sofisticada, que habla un idioma único como el neerlandés; promueve la integración europea y ha procreado a protagonistas imprescindibles del arte universal.