El laureado escritor, novelista, cuentista, guionista y periodista colombiano, Gabriel -José de la Concordia- García Márquez, suele aseverar que "la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado"

Al parecer, el premio Nobel de Literatura (1982) tal vez haya conocido a otra persona similar o más apasionada que Francisco "Paco" Gordillo (63 años), cuando le surgió este concepto. Paco fue operador (o maquinista) de dos de los tres cines que la familia Torres administró en Juan B. Alberdi. No solo se exalta cuando habla de los cines de su ciudad sino que también cuenta -reiteradamente- que su oficio lo convirtió en políglota y turista internacional. "Gracias a las películas que proyectaba aprendí a hablar inglés y alemán. También pude viajar en dos ocasiones a Alemania y una vez, a nueve países de Europa", subrayó con orgullo, hidalguía y buena onda quien también fue operador del Torres 2, de Aguilares.

Los orígenes

La ciudad cabecera y homónima del municipio que lleva el nombre del autor de "Las Bases" y se localiza 110 km al suroeste de la capital tucumana, disfrutó de cuatro salas cinematográficas entre comienzos de la década del 30 y el segundo año de la del 80.

La historia oral del lugar, que nació como villa el 2 de noviembre de 1888, aporta algunos leves vestigios acerca de la existencia de algún biógrafo en un predio próximo a la parroquia de San José (fundada el 15 de septiembre de 1916) o en el otrora ingenio La Invernada, que se cerró en 1923, y en un salón o galpón del Marapa, que se inauguró en 1927.

Las cuatro salas

En concreto, desde 1932 hasta 1982 en la ciudad próxima al dique de Escaba, funcionaron los cines Renzi (Miguel M. Campero y Marcelo T. de Alvear), Belgrano (Campero 277), Monumental (casi al inicio y luego al 200 de Lídoro Quinteros) y Torres (Lídoro Quinteros al 600). A excepción del Renzi, los otros tres fueron de propiedad de la familia Torres.

Convocante

"Eran otros tiempos. La gente era más respetuosa y la palabra era sagrada. Al cine no se iba desaliñado. Los adultos se vestían bien y los niños usaban los mejores atuendos. Extraño ese trato y la magia del cine en salas grandes. Uno disfrutaba las películas a pleno porque para eso concurría a esas salas oscuras y colmadas de fantasías", contó nostálgica María Ester, que trabajó en el cine Belgrano.

Este funcionó en la Biblioteca homónima a más de 450 metros del Renzi, que fue el primer cine de Alberdi.

Don Karim Ghal Assan (82 años) evocó el cine Renzi, que coincidió con la edad de oro del cine argentino, de 1930 a 1950. "En la sala que estaba en la esquina de Campero y Alvear -donde hoy funciona otro negocio- pude disfrutar de las películas de Mario Sofici", dijo el ex empleado y hoy jubilado municipal.

Contenido social

"Sofici -añadió el locuaz jubilado- filmaba cintas sociales. Eran distintas a las comedias livianas, de protagonistas ingenuas y escenarios fastuosos que había. No me olvido de 'Viento del norte' (1937), sobre los conflictos de la vida en el campo. 'Kilómetro 111' (1938) mostraba la explotación rural en el marco del manejo extranjero de los ferrocarriles. También recuerdo 'Prisioneros de la tierra' (1939), 'Ya tiene comisario el pueblo' (1936) y 'Héroes sin fama' (1940). Las dos últimas denunciaban el fraude electoral de la década infame".

Familiar y condicionado

"El Belgrano tenía 230 butacas y también un sector alto, para el cual la entrada era más barata. La sala pertenecía a don José Antonio Torres. Los fines de semanas el público era muy familiar. En cambio, los martes y los miércoles se exhibían condicionadas", rememoró Paco Gordillo. El músico John Cage (1921-1992) concluía sus presentaciones con esta frase: "no hace falta renunciar al pasado al entrar en el porvenir. Al cambiar las cosas no es necesario perderlas".