Mantener el consumo en niveles elevados es la obsesión del Gobierno nacional. Por eso impulsa una serie de acuerdos de corto plazo para que los precios no se disparen y, de alguna manera, contener las presiones inflacionarias. Pero también está la interpretación política: la mayoría de los acuerdos con los empresarios y de las acciones que tienden a congelar los precios fueron pensadas hasta junio (cuando se cierran las paritarias) o hasta octubre (cuando el país votará en las elecciones de medio turno). Cuestión de expectativas. El intento de congelar los precios en los supermercados cumple una doble función. La primera es que, a la espera de los "nuevos salarios" el gobierno trata de sostener los "precios viejos" mediante el congelamiento dispuesto hasta junio, cuando ya habrán cerrado el grueso de los convenios colectivos, plantea un informe del Banco Ciudad de Buenos Aires. Así intenta moderar el impacto que la inflación viene teniendo sobre los salarios reales y el consumo. Pero los datos muestran que los salarios "viejos" ya están conviviendo con precios "nuevos". "Con negociaciones paritarias en suspenso, el aumento de precios continúa mordiendo los bolsillos", puntualiza el reporte. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en febrero los salarios aumentaron 0,7% mensual y 23,3% anual. Los salarios reales comenzaron a caer desde diciembre de 2012 y en febrero acumulan una contracción de casi 2% anual, un porcentaje muy similar a la caída que mostraron en febrero los indicadores de consumo masivo. Hay que retrotraerse hasta mediados de 2008 para encontrar un deterioro similar en los salarios reales, sostiene el informe. Pero "el éxito" oficial en moderar las negociaciones salariales podría convertirse en un verdadero boomerang si, a partir de junio, el gobierno no logra evitar el rebrote inflacionario que está en plena gestación. Sería lo menos oportuno a pocos meses de las cruciales elecciones de octubre, dice el reporte bancario. De allí la necesidad de reabrir paulatinamente el grifo para las importaciones, como ocurre desde inicios del año, para desinflar algunos precios internos al menos por un tiempo y en la medida que el stock de reservas internacionales no perfore un piso prudencial. Se trata de una obra de orfebre para la construcción de un nuevo castillo de naipe, indica el informe. En suma, el Gobierno nacional está tratando de apelar a medidas de corto plazo para mantener caliente el consumo. Su dilema es si la capacidad de consumo de la población se resiente o se expande a tasas menores que la de los años recientes. La debilidad de la actividad económica lleva a suponer que habrá una reducción en la cantidad de horas trabajadas por lo cual la masa salarial tenderá a estancarse o disminuir.