La enciclopedia define la estación ferroviaria o estación de ferrocarril como "una instalación ferroviaria con vías a la que pueden llegar y desde la que se pueden expedir trenes. Se compone de varias vías, con desvíos entre ellas, y se delimita por señales de entrada y salida. Adicionalmente son un punto de acceso al ferrocarril de pasajeros y mercancías. Sin embargo esa no es una condición indispensable para ser una estación".
"El tren era prácticamente el único medio de transporte y de comunicación cuando la estación Graneros comenzó a funcionar, según me contaron antiguos pobladores de esta zona. Cuando ingresé en el ferrocarril en 1963 todavía había poco tráfico automotor en esta zona, y muchas menos casas de las que se ve actualmente. Trabajé 23 años", contó Arturo Antonio Castro, de 71 años, que se desempeñaba como miembro de la cuadrilla de Vías y Obras.
Mucho movimiento "Las estaciones -agrega el concepto académico- suelen componerse de andenes junto a las vías y de un edificio de viajeros con servicios como venta de pasajes y sala de espera. Antes la única manera de regular la circulación de trenes -para evitar las colisiones entre ellos- era controlando la llegada y la salida de trenes en las propias estaciones, para que no hubiera dos formaciones en la misma vía. Y por ello eran un punto fundamental en la gestión de la circulación. Fabián Graneros, de 41 años, que habita una vivienda próxima a la estación, a la vez que se desempeña como funcionario de ese municipio, describió: "había mucho movimiento en la estación durante todo el tiempo que el ferrocarril pasó por Graneros. Era el punto de encuentro de la gente del pueblo. Incluso era más importante que la plaza Independencia", exageró.
Graneros recordó que los moradores de la hoy ciudad concurrían a la estación para despedir o para recibir a los viajeros. Otros únicamente lo hacían para ver quiénes se iban o quiénes habían vuelto de su viaje.
"Hace poco llevé a mi hijo a Buenos Aires, y viajamos en tren. Le fascinó la experiencia. Parecía que estaba en el Hollywood Park. A pesar de que usé poco ese medio de transporte, a mí también me gustaba bastante", añadió.
La otra cara
Hoy numerosas paradas ferrocarrileras no solo dejaron de funcionar, sino que también se abandonaron, se modificaron, se ocuparon y se depredaron. Tanto en esta provincia como en casi todo el país. Otras aún conservan la estructura edilicia. Pero las vías y las playas de maniobras como asimismo gran parte de los predios que ocupaban se destinaron a barrios o para diversas actividades.
Graneros no es la excepción. Actualmente, una escuela de formación profesional (Misión Monotécnica N° 11) ocupa la construcción de la vieja escala de la ciudad que lleva el nombre del capitán Diego Graneros de Alarcón -un subalterno del fundador de La Rioja, don Juan Ramírez de Velazco-.
"Acá había tres vías auxiliares y una principal. Además del tanque de agua, que todavía se conserva, estaba el cargadero de caña. La estación siempre se veía concurrida. El tren era el medio de transporte más usado por la población, porque tenía sus ventajas. Por ejemplo, era más barato que el ómnibus. Además, podíamos traer de Alberdi bultos grandes, desde un juego de comedor hasta mercadería de todo tipo. En el colectivo era imposible hacerlo", explicó con la calma que dan los años Félix Antonio Jiménez (79 años), ex jefe de la cuadrilla de Graneros.
Un pueblo ferroviario
La estación de la ciudad cabecera del departamento homónimo, situado a 120 kilómetros al sur de San Miguel de Tucumán, cedió su playa de maniobras a un parque de diversiones (Herlan Park). Y el predio que la alberga se encuentra a menos de 300 metros al sur de la ruta provincial 308. Para acceder a ella hay que ingresar por la calle 25 de Mayo, principal acceso a ese municipio.
"Graneros era un pueblo ferroviario, que se desarrolló en torno de la estación", puntualizó Castro.
El otrora empleado ferroviario, que al levantarse los coches motores en 1979 se fue a trabajar en el tramo Frías-San Pedro de Guasayán, ambos de Santiago del Estero, añadió: "por aquí pasaba 'El Flecha', un tren impulsado por una máquina a vapor que arrojaba chispas por todos lados. Había que cerrar las ventanillas para no quemarse la ropa. Esta formación llevaba y traía desde La Madrid a los pasajeros que venían o iban a Buenos Aires y al Norte. Era gente que vivía acá, en Alberdi, en Aguilares o en Concepción. Después aparecieron los coches motores y al último, las máquinas diesel. También lo hacían varios cargueros y por último vinieron las máquinas diesel".
"Nos dolió cuando el ferrocarril dejó de funcionar. Pero eso no impidió que la comuna se hiciera ciudad, y hoy Graneros es más grande que antes", remató con cierto orgullo.