Para evitar todo tipo de incidentes, las autoridades del Consejo Federal decidieron que el cotejo entre tucumanos y santiagueños se disputaran con parcialidad local. Pero la medida no alcanzó, ya que en Leales la violencia dijo presente, pero los protagonistas fueron los jugadores.
Todo se desencadenó en el entretiempo. Según denunciaron los futbolistas de San Fernando, Matías Rojas, de Instituto, les arrojó una botella de vidrio energizante que impactó en el rostro de Carlos Leguizamón y en la espalda de su hermano Martín, del dueño de casa.
Los "verdes" fueron a buscar a sus rivales en el vestuario, pero en la puerta se encontraron con los patovicas que habían contratado los santiagueños para que los protegieran. Los hinchas intentaron defender a sus jugadores, pero la Policía se los impidió.
El árbitro Carlos Díaz, llamó a los capitanes Rubén Ramos (San Fernando) y Ricardo Argañaraz (Instituto) y, después de charlar largo y tendido, decidieron continuar el cotejo.
Cuando el juez dio por terminado el encuentro, los jugadores de ambos equipos volvieron a enfrentarse en el campo. El árbitro, rodeado por los uniformados, observó a todo, pero no expulsó a nadie. Esperó 10 minutos y ordenó la ejecución los penales. Los santiagueños, ni bien se clasificaron, abandonaron el estadio en camionetas de la Policía que fueron apedreadas por los simpatizantes locales.