"Como caído del cielo". Así definen las autoridades de una de las escuelas de la comunidad de El Puestito (departamento Burruyacu) el momento en el que un grupo interdisciplinario de especialistas de la UNT plantaron bandera en la zona, dispuestos a encarar un programa de desarrollo local para los lugareños.
El proyecto, para el cual se cuenta con $ 996.000, es financiado por la Unidad de Cambio Rural (UCAR) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación mediante convenio con la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), con su Unidad de Negocios como administradora de los fondos. El objetivo es el impulso al turismo rural en la zona. Pero hay otros numerosos objetivos paralelos, según explica el director técnico del programa, el doctor en Física Carlos Kirschbaum.
"Se consideran varios campos de trabajo y análisis con común denominador en el turismo rural, potenciando ventajas propias del lugar: pródiga naturaleza de las Yungas, gastronomía regional, clima de la selva húmeda, hospitalidad del lugareño, variada oferta de productos de huerta, animales y habilidades de las familias minifundistas dispersas en el territorio de la comuna más extensa de la provincia, cubierta en una gran extensión por cerros, montañas y bosques nativos", enumera, casi sin respirar.
La charla con LA GACETA transcurre entre empanadas y pastel de choclo, en la feria artesanal que se ha realizado en el lugar, y en la que queda expuesto lo que le han dicho a esta cronista las maestras de la escuela, mientras admiran las artesanías en tela y los muebles de madera nativa y tiento. Aseguran que la llegada de la UNT ha conmocionado a los lugareños, que en su gran mayoría viven de
su trabajo en la comuna.
Silvia Salazar Trejo y Marta Rodríguez Sueldo, asesora y directora de la escuela, respectivamente, acuerdan en que es poco común que la Universidad llegue al Tucumán rural con propuestas como la que está en desarrollo. Dicen que el programa les ha llegado como caído del cielo, porque en el marco de dos programas del Ministerio de Educación estaban investigando el problema hídrico -en el pueblo, el inconveniente más crítico es la falta de agua- y el de la forestación. "Teníamos la problemática del zanjón que amenaza al edificio de la escuela, el mal estado de las rutas, el aislamiento en el que queda el pueblo cuando llueve, y la problemática de los chicos que al egresar no tienen salida laboral", enumeran. Dicen que los universitarios les abren la cabeza a los chicos. María Silvia acerca un ejemplo. Cuenta que José Luis Tisone, guardaparque de la UNT a cargo del diseño de senderismo para el programa, les mostraba a los chicos cómo hay gente a la que le interesa pagar para pasar un día en el campo. "Y los chicos no entendían, no dimensionaban el potencial económico que puede tener un enclave como El Puestito. No podían creer que haya gente que pague por ordeñar una vaca", añadió la docente.

Aprovechar los recursos
En la feria, las plantas del vivero atrapan al visitante. Y Néstor Díaz  se siente en parte responsable de tanto verdor. Se presenta como "un changarín más; un "multifunción" que está aprendiendo a cuidar las plantas y a trabajar el bambú. "Los de la Universidad nos están mostrando que a la caña bambú, por ejemplo, le podemos dar una salida rentable", explica. A la charla se suma Esteban Córdoba, que con la guía del diseñador industrial Pablo Córdoba transforma las maderas nativas en sillas y muebles estilo campo que pronto lucirán en tiendas de diseño del centro de la ciudad. La propuesta, afirma el diseñador, no se agota ahí. "Queremos transferir estas experiencias a los  jóvenes. Y comenzar un programa de reforestación, para reemplazar la madera que se extrae", concluye.