Ayer se cerró la 105ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina. No es un número redondo, no, pero de algún modo fue una bisagra: se trató de la primera reunión del Episcopado argentino celebrada desde que el Jorge Bergoglio dejó de ser obispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina y se transformó en el papa Francisco.

Como es habitual, el centenar de prelados que constituye la asamblea deliberó durante seis días en la casa de ejercicios El Cenáculo-La Montonera, de Pilar, provincia de Buenos Aires, presididos por monseñor José María Arancedo.

El encuentro estaba destinado entre otros asuntos, a intercambiar puntos de vista sobre la actualidad social y religiosa del país y para reflexionar sobre las repercusiones de la elección del Papa, por quien oraron especialmente en una misa celebrada el viernes en la Basílica de Nuestra Señora de Luján.

Mensaje final

"Queridos hermanos, los tiempos nos urgen para que, siguiendo el ejemplo de los santos, experimentemos la dulce y confortadora alegría de evangelizar", subraya uno de los mensajes emitidos al momento de la clausura del encuentro, referidos a la beatificación del Cura Brochero, prevista para el 14 de septiembre en la localidad cordobesa que lleva su nombre, y a quien, con palabras del papa Francisco, describen como "un verdadero pastor con olor a oveja".

No hubo, en cambio, referencia alguna a la realidad socioeconómica del país.

Durante la semana

Sin embargo, el martes, segundo día de deliberaciones, el conclave había emitido una breve declaración sobre los proyectos de reforma al Poder Judicial "Entendemos que un tratamiento apresurado de reformas tan significativas corre el riesgo de debilitar la democracia republicana consagrada en la Constitución, precisamente en una de sus dimensiones esenciales como es la autonomía de sus tres poderes", señalaron los obispos y consultas, debates y consensos previos en consonancia con la magnitud de los cambios propuestos".

El miércoles habían difundido una carta del papa Francisco en la que alentaba a sus "hermanos" obispos a que salgan "hacia todas las periferias existenciales". "Una Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se enferma en la atmósfera viciada de su encierro", enfatizó y aseguró que prefería "mil veces una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma".

El Cura Brochero

El sacerdote cordobés (1840-1914) fue el protagonista de los dos mensajes de clausura, uno dirigido a los laicos y el otro a los sacerdotes.

"No fue un cristiano triste"; "sabía de la alegría que da Jesús y la quería contagiar"; "tenía gran espíritu de sacrificio y extraordinaria caridad pastoral y social"... Estas fueron algunos de los rasgos que los obispos destacaron de José Gabriel del Rosario Brochero, conocido popularmente como El Cura Gaucho. En su Traslasierra natal, destaca el comunicado, "sirvió a la gente más pobre del campo, compartió su vida y promovió en ella la elevación humana y religiosa, especialmente a través de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola". "Esta beatificación es una nueva llamada de Dios para responder a la vocación a la santidad que todos recibimos en el bautismo", añadieron los obispos.

A los sacerdotes

En el otro mensaje los prelados alientan a los sacerdotes a imitar la figura "evangélica y sacerdotal" de Brochero "un don de Dios que nos interpela, un maestro de vida para los sacerdotes, un párroco santo entre su gente que amó a los pobres con el corazón de Cristo". Los instan además a dejarse evangelizar "por este hermano mayor, uno de nuestra tierra, que honra a la Iglesia de Dios en Argentina".